Para la cultura la lucha va a ser como siempre ha sido: Luis Villanueva


Décimo Foro de Danza Contemporánea en Aguascalientes

  • Sabemos que hay gente que va a seguir luchando por la cultura a pesar de que tengan un aparente mandato de que no es algo muy importante, dice el bailarín


Por Jorge Luis Heredia

No es teatro y sin embargo actúan. No son standoperos y sin embargo cuentan historias. No, se trata bailarines y se desplazan por el escenario con sutileza, fuerza y vigor, bailarines que rompen barreras y que sin querer o queriendo meten también a los públicos hasta la cocina y que, cuando acuerdan, ya están hasta las tripas de la danza contemporánea. Sin más.

Luis Villanueva Dueñas, Luis Galaviz y Luis Ángel Cerón presentaron Resonancias en el teatro Morelos, dentro del Décimo Foro de Danza Contemporánea. Foto: Fin de Semana.

Y eso, justamente eso es lo que la compañía ASYC / El teatro en movimiento. Primero sueño hizo en el Teatro Morelos, dentro del Décimo Foro de Danza Contemporánea que sin descanso impulsa y organiza desde hace varios años la bailarina Diana Venegas en Aguascalientes. Y eso no se logra con la mera intención, sino con el trabajo duro que permite pulir movimientos, pulir palabras, pulir historias y tiempos. No se logra así, de la noche a la mañana, se logra con base en experiencia, pero la clase de experiencia que no se estaciona en una época para repetir sin cesar que “en mis tiempos era mejor”, no, se logra con la experiencia viva, que afronta los retos de cada época.

El teatro en movimiento, presentó Resonancias… algo que no se ha agotado y retomo del programa de Décimo Foro de Danza Contemporánea la presentación porque en sí misma muestra el poema en que se convierte la obra: “De acuerdo con la ley de la resonancia, todo el universo se comunica por vibraciones, todos los cuerpos poseen la cualidad de absorber y propagar energía liberada en sonidos, movimientos, emociones e imaginación”. Y eso es justamente lo que los bailarines hacen en escena.

Luis Villanueva Dueñas, Luis Galaviz y Luis Ángel Cerón parecen entrar en frecuencia con la vida misma bajo la dirección de Alicia Sánchez. La puesta en escena no es espectacular ni estridente, y sin embargo resuena en lo profundo del alma, esa alma que los Romanos, con Cicerón, alimentaban a través de las bellas artes. No todo era sexo y violencia como HBO quiere hacer parecer, había también ese concepto del animi, del cultivo del alma, y no precisamente a través de religiones, sino de estas resonancias convertidas en arte.

Pareciera que la danza contemporánea es para públicos élite y nada más lejos, porque el teatro Morelos abrió sus puertas de par en par y de manera gratuita a todos. Solo que o el público no recibió el mensaje o no se enteraron a tiempo o no les interesó. El teatro se quedó a medias. Pero eso no impidió ni por un segundo la entrega total de los tres Luices, que convirtieron detalles sencillos y cotidianos de la vida en poemas, y que sin esta compañía pasarían directo al cesto de las millones de resonancias que se convierten en basura cada día para llenar los tiraderos de quejas y lamentos.

El bailarín Luis Villanueva habla en exclusiva para Fin de Semana, la voz cultural de Aguascalientes.

¿Cuál es tu propuesta en el escenario?
Es la propuesta de resonancias, algo que no se ha agotado y buscamos hablar sobre lo que nos resuena, lo que nos queda, lo que nos encontramos de alguien más o de otro momento o de la historia de otro y que nos deja algo y por eso decimos que es algo que no se ha agotado. Y eso es lo que pretendemos nosotros, dejar algo que a lo mejor ahorita se lo llevan como algo chistoso, como algo de reflexión o de nada y que de pronto cuando ven una piedra digan, ah caray, yo vi algo que pasaba con las piedras, va a ser mi próximo regalo de diez de mayo, o no sé.

¿Qué ocurre contigo y con sus compañeros cuando están en el escenario, que pasa en su interior?
De principio pasan muchas preguntas más que respuestas, son preguntas que nos hacemos todos y son preguntas que nos surgen en las funciones y son vibraciones que nos encontramos. En los ensayos nos damos cuenta de ellas, pero en las funciones nos encontramos miradas con miradas, contactos entre nosotros y encontramos algo que no vimos la vez pasada, algo que también tiene qué ver con el público porque estamos en contacto de manera muy presente, porque nos retroalimenta mucho el público, no lo dejamos fuera, lo hacemos partícipe de nuestra resonancia y es un poco en ese sentido que vamos construyendo y viviendo.

¿Qué ocurrió nuevo, qué apreciaste en el público de Aguascalientes?
Una de las cosas que apreciamos, en especial cuando vamos a provincia es que hay otras sensibilidades, que también es un público que incluso tiene más escucha, más atento y más presente que el público de la Ciudad de México el cual que busca algo como más inmediato, más deslumbrante. A veces este tipo de trabajos que hacemos, que no pretende muchas cosas, como lo dijiste tú, que son bastante sencillas las escenas o las mismas anécdotas que hemos elegido, pero conectamos porque somos seres humanos. Siempre nos preocupa conectar, si nos va costar trabajo y aquí no tuvimos ningún problema.

¿Es más culto el público de la ciudad de México?
No, yo no hablaría de cultura. Hablaría de que tiene como otras necesidades que  demandan otro tipo cómo de estridencias, tal vez, de que visualmente también demandan mucho y a veces uno cede y quiere como llenar todas esas exigencias y no terminas por presentar lo que realmente necesitas presentar. Con esta obra nos hemos dado la oportunidad, Alicia ha sido muy puntual en eso, en que no vayamos más allá de lo que la obra está diciendo, al contrario, conectemos con esas sutilezas.

El bailarín Luis Villanueva resonando en Aguascalientes. Foto: Fin de Semana.

¿Existe una resistencia de ustedes a esa espectacularidad de la que hablas? Entiendo que actualmente la vida transcurre entre pantallas, todo mundo parece vivir frente a una pantalla…
No, no la hay. De hecho tenemos otros espectáculos que tienen que ver mucho con multimedia, que tiene que ver con proyectores, con pantallas, con luces, pero creo que también necesitamos hacer diferentes cosas. Si algo nos ha caracterizado al interior de nuestro trabajo como compañía, es que un proyecto no se parece nada a otro.

Luis, tú llegas a un teatro que tiene capacidad para 350 personas, al Morelos, y hay un porcentaje bajo de asistencia, ¿qué pasa por tu mente en ese momento?
Pues nunca deja de ser incómoda la sensación, pero pues es algo que ocurre en la Ciudad de México también. No tenemos públicos muy grandes tampoco allá. Los espacios tampoco son tan grandes allá, son más pequeños por lo mismo, entonces cuando llegas a un espacio grande y piensas que va estar lleno y no es así, nos bajonea…, de alguna manera ya estamos acostumbrados, pero siempre decimos pudiéramos haber hecho algo más, tenemos que hacer algo más y no me refiero solamente a las instituciones, sino nosotros mismos como compañías, como gremio. En México siempre hay teatros donde suceden cosas con entrada libre o hay manera de entrar y en otros países es muy difícil encontrar un acceso con entrada libre y aquí generalmente lo consigues, es cosa como de tener esa curiosidad y esa iniciativa y cuando no la hay… Algo nos está faltando en ese sentido a todos.

¿Está como condenada la danza a los espacios pequeños?
Pues esperemos que no, porque digo, hay proyectos que son muy valiosos en espacios pequeños, pero hay proyectos que valen la pena que se hagan en espacios grandes. Afortunadamente este trabajo que traemos ahora es algo que se pudiera presentar en un espacio más pequeño o más alternativo donde estemos casi cara a cara con el público, pero hay obras de danza en que se requiere un espacio así.

¿Qué harías tú para que la sociedad tuviera más cercanía con la danza, con esta obra tan sutil que hoy vimos?
Algo que incluso estamos buscando hacer es este tipo de trabajo que lo ofrecemos para escuelas, hemos tenido temporadas como el año pasado con la UAM en sus espacios, esperando llegar a sus foros estudiantiles, que por cuestiones burocráticas no se ha podido. El plan está allí pausado. También cuando fuimos a Oaxaca había inquietudes por parte de las universidades, pero termina ese último nexo, esa última gestión y todavía no logra romperse, ahora estamos tratando de generar el proyecto de un camión-escenario, un camión que tenga la posibilidad de viajar y le quede a la gente a la mano subirse a un camión y ver un espectáculo de 30 minutos, y bajarse como si hubiera tomado el camión para irse al mercado… Eso es lo que estamos tratando de hacer ahora con la compañía.

¿Cómo te imaginas a la obra perfecta de danza para conectar con los grandes públicos?
No, esa es una buena pregunta… La conexión que hemos logrado generar es con públicos más pequeños, pero cuando son públicos más grandes, a veces necesitas tener espacios que se vuelven un poco más impersonales, entonces lograr esa convivencia, que es lo que se busca, este convivio teatral entre el público y el espectáculo y los actores en este caso. Hemos encontrado opciones hacerte pensar que el que subió a escena pude haber sido yo o pudo haber sido otro de los que estábamos en la sala, entonces no es alguien que tenga que ser extraordinario para estar arriba. Ese es uno de los métodos que hemos encontrado. Otro es que estamos buscando, empatía a través de la tecnología y si nos aplicamos a usar tecnología que nos genere como un espejo, como una réplica entre el espectador y yo intérprete.

¿Qué ocurre con el público?, ¿hay ciertos prejuicios hacia la danza contemporánea, por qué no viene más gente?
Yo siento que no tiene que ver con la danza contemporánea, creo que tiene que ver con esa labor de crear en el publico la necesidad de que también la danza es como ir al cine, es cómo leer una revista de ocasión, que te va a dar algo de lo que necesitas, no te va a dar todo, por supuesto y una vez que le encuentras el gusto vas a acercarte. Como que da miedo atravesar esa puerta que llaman teatro.

A través de los sexenios parece que la situación para la cultura ha sido difícil, pero ahora se vislumbra una nueva ola, ¿qué es esa nueva ola para ustedes, cómo ven esos recortes presupuestales, de que no es prioritaria la cultura?…
Todavía hay mucha incertidumbre. Yo creo que hay una gran ambigüedad, porque vemos que hay en los cargos públicos gente que durante muchos años ha ido codo a codo con nosotros, que ha ido construyendo la cultura, que ha ido construyendo espacios y que el discurso presidencial parece que no ve beneficio en la cultura, es muy contradictorio porque sabemos que hay gente que va a seguir luchando por la cultura a pesar de que tengan un aparente mandato de que no es algo muy importante. Entonces creo que va ser una lucha como siempre lo ha sido, pero también hay piezas que también están colocadas en puntos que pueden ser estratégicos, entonces creo que tiene que asentarse todavía un poco, al menos, soy muy optimista en ese sentido…, muchas teorías que se contradicen, parece que nos quieren como si no existiéramos, cuándo hemos dado a entender y demostrado que la cultura es parte fundamental de la educación de un ciudadano.

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