La trampa de las becas como única forma de hacer carrera literaria: Ilse Díaz

De minotauros y mujeres que duermen, libro de Ilse Díaz.

  • Se corre el peligro por este sistema en el que vivimos tan «fonca», tan premios nacionales de literatura, de perderse en eso y de no recordar que la literatura duele y que no somos nosotros sino es el texto el que se va a quedar
  • Me gustaría que me identificaran como una escritora viajera, me gusta mucho viajar y a veces no tengo mucha oportunidad
  • No tengo miedo a que mi obra sea muy extensa. Mis miedos serían no tener que decir y repetirme


Por Jorge Luis Heredia

Parece que todos, o casi todos los escritores de Aguascalientes, caen en la trampa de ser «foncas», ese mundo en donde todo parece girar alrededor becas, concursos literarios y reconocimientos oficiales para descansar en paz. Pero Ilse Díaz se resiste de pensamiento, palabra y obra. Su libro De minotauros y mujeres que duermen fue editado por una editorial independiente, El ángel caído y la presentación se realizó en un bar, en el Aquelarre, repleto hasta las escaleras de personas interesadas, y no en un espacio público.


Ilse Díaz. Escritora. Foto: Fin de Semana).

La trampa de la que habla Ilse Díaz inició en los noventas. No sólo en la literatura. Fue una política de gobierno que alcanzó todos los rincones de México. Fue entonces cuando mucha gente aprendió a recibir ayudas del gobierno para vivir. Aquella gente orgullosa y luchadora se convirtió en pocos años en dependiente de las ayudas. En el ámbito literario, explica Ilse, los escritores no luchan por ser leídos sino por ganar becas, por ser «muy foncas».

Y así como se resiste a esa trampa, así igual se empeña en su obra, en preparar platillos extraordinarios, como los que probó en la secundaria cuando leyó a Gabriel García Márquez, uno de los transformadores su vida. En eso está comprometida, en una literatura honesta con el autor y con la realidad, de la que, por otro lado, el artista no debe, dice, vivir ajeno.

Su resistencia y su compromiso se notan en sus letras. Frescas. Ágiles. Contemporáneas. Y cuando uno como lector llega al cuento La suerte de Khalo Dant, en la página 13, intuye algo maravilloso en la escritora. Es un cuento perfecto de principio a fin, en media cuartilla. Por todas estas razones, Fin de Semana, la voz cultural de Aguascalientes, le solicita una entrevista, a la que dice gustosa que sí, y en un café del centro de la Ciudad, en un fresco atardecer de este año nuevo, se realiza el encuentro.

¿Por qué escribes?
Pregunta difícil para iniciar… No estoy tan segura, yo creo que hay un impulso en todas las personas que escriben, algo misterioso. Recuerdo que comencé a escribir quizás en la secundaria, cuando quise imitar las lecturas que a mí me gustaban, porque antes que escritora, si es que soy escritora, soy lectora. Me sentí fascinada por esa magia que había en las palabras y quise imitarlo. Y en medio de ese misterio, lo que alcanzo a ver es como a establecer un diálogo con el mundo y de construirme a mí misma como persona.

¿Qué leías se la secundaria que te interesaba imitar?
Leía libros juveniles, cosas como el diario de Ana Frank, literatura juvenil que encontraba en las ferias del libro, no me perdía una sola feria del libro. En esa época, quizás tendría unos trece años, me encontré con un libro muy viejito, del tiempo en que mi papá era estudiante, que se llama Ojos de perro azul, de Gabriel García Márquez. Y cuando leí sus cuentos, cambié de manera radical mi concepto de lo que era un cuento. Yo siempre había entendido el cuento como el cuento infantil, pero cuando leía García Márquez me pareció una revelación, y dije: estos son cuentos, ahora entiendo lo que es un cuento y creo que ése fue el impulso de imitación. Yo quería escribir algo como eso, quizás la envidia también, porque no puedo escribir algo así.

Para ser un deportista de alto nivel se práctica ocho horas diarias, o más ¿pretenderías ser una escritora de tiempo completo y hacer de la escritura tu vida?
… Ahora haces una pregunta que me resulta un tanto conflictiva en este momento de mi vida… De entrada diría que sí, que me gustaría dedicarme a la escritura de tiempo completo, pero hay una faceta de mi vida que es laboral, que es en la idea de lo que yo vivo y tiene que ver con la docencia y la investigación. Yo soy profesora y pretendo convertirme en investigadora algún día, y dedicarme a eso tanto como la escritura literaria. Diría que sí quiero ser una escritora de tiempo completo en tanto que pudiera dividir ese tiempo completo con la filología, qué es lo que me interesa y la otra parte del tiempo dedicarla a escribir cuentos, poesía.

La escritora con su obra De minotauros y mujeres que duermen. Foto: Fin de Semana. 

Juan Rulfo era funcionario y era escritor, hacia las dos cosas, ¿desde tu punto de vista habría una diferencia en la literatura del que escribe de tiempo completo y alguien que le quita tiempo al sueño, a su trabajo, a la familia?
Pues yo diría que en lo esencial no. Hay grandes escritores y grandes obras de los dos lados. Pienso en Amparo Dávila, por ejemplo. Su obra es pequeña en comparación con escritores que se dedicaron de tiempo completo, y tiene una obra extraordinaria. Yo creo que en lo esencial no hay diferencia. También creo que las exigencias de producción que se nos imponen ahora, de que tienes que sacar un libro cada año, de participar en concursos, ganar tales méritos para entrar como a este claustro de escritores y puede ser que sí, pero eso no creo que tenga que ver con que la obra permanezca.

Ilse, qué me dices de la literatura que se hace en Aguascalientes, ¿qué calidad tiene, qué fuerza tiene?
Creo que se puede hablar de que hay diferentes generaciones de escritores, algunas mucho más sólidas que otras. Pienso en figuras ya consolidadas que tienen un trabajo interesante, que es la generación de los nacidos en los sesentas y setentas, como Arlette Luévano, José Luis Justes, Patricia Ortiz. Creo que ellos ya tienen un camino andado y ya tienen cosas interesantes. Estamos la generación de los ochenta y allí mi impresión es que nos hemos dejado llevar mucho por las cuestiones institucionales, incluso para los que nacieron una década después. Entonces, se ha vuelto más importante, no en un todo los casos, tener una beca o ganar un concurso, que realmente ser leídos. Vaya, pesa mucho el figurar y no tanto hacer un estilo sólido, crearon estética, que eso cuesta mucho trabajo. No digo que yo las tenga, estoy en el camino, pero es muy arduo y creo que en Aguascalientes se le da la vuelta a eso. Y una vez que se tiene un reconocimiento nos apoyamos mucho en que ese reconocimiento, en vez de seguir y seguir y seguir en esa búsqueda tan dura. Y bueno, también creo que hay una literatura poco comprometida, no es que yo esté a favor de una literatura panfletaria o ideológica, pero sí comprometida con el momento, con las circunstancias, entonces al buscar este reconocimiento se tiende a despegarse de los contextos, de la crítica, de cosas fuertes que están pasando.

Es decir, ¿con un reconocimiento se terminó la vocación?
No, no lo creo, yo creo que la vocación sigue ahí y el talento también, no estoy diciendo que no haya talento en Aguascalientes. Pienso en jóvenes que están escribiendo como Bertha Choza, Arely Jiménez, creo que hay talento, pues y una búsqueda, pero se corre el peligro por este sistema en el que vivimos tan fonca, tan premios nacionales de literatura, de perderse en eso y de no recordar que la literatura duele y que no somos nosotros sino es el texto el que se va a quedar.

¿Qué tan fonca eres? Digo, tu libro De minotauros y mujeres que duermen se presentó en un bar y no en un espacio público.
Yo no estoy en contra de los apoyos, de hecho yo los he tenido. Tuve en dos ocasiones el apoyo estatal, hace mucho tiempo también gané los concursos de la universidad. Creo más bien que las políticas culturales que vienen instaurando  desde los años noventas, precisamente con la creación del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes han tendido a elaborar un canon literario institucional y no nos han dejado muchas alternativas porque al elaborar precisamente esa idea de lo literario, yo creo que hay muchas otras propuestas y formas de ver el mundo que se van quedando fuera, de manera que quieres tener más apoyos si quiere seguir publicando, si quieres hasta cierto punto vivir de la literatura, tienes que entrar en el juego, allí es donde yo creo que ya no están funcionando esas políticas culturales. Supongo que los escritores deberíamos estar preocupado de que haya más lectores, que las editoriales se diversifiquen, de que nos publiquen en otros lugares y no sólo en publicaciones institucionales, entonces creo que es una trampa, está bien que haya apoyos, pero en el momento en que los apoyos se vuelven la única forma de hacer carrera literaria, pues es allí donde a mí no me convence la manera en que están funcionando las cosas en México, en este momento.

Dime, ¿qué harías diferente para que cambiaran las cosas, o te lo pongo de otra manera, qué le propondrías a las instituciones culturales para que sea de otra manera?
No quiere decir que no haya cosas muy buenas, perdón que lo repita pero el libro que publicó José Luis Justes, que le publica la Universidad Autónoma hace unos meses es muy bueno. Hay cosas muy interesantes que se están haciendo pero también hay otras que sinceramente no me gustan. Creo que la idea de descentralización que yo de alguna manera heredo de mi maestro Salvador Gallardo, creo que sigue estando vigente, pero también pienso que descentralizar nos toca a nosotros, fuera de las instituciones, creo que hace falta crear grupos culturales, crear espacios, no sólo es la institución la que nos debe dar alternativas.

¿Los escritores han quedado como en una etapa de dependencia de esas ayudas oficiales?
Bueno, es que estamos en un momento difícil para todos, para todos en México en cuanto a la economía y muchas cuestiones, entonces creo que no hay muchas alternativas.

Ilse, ¿hay momentos fáciles?
No bueno, como decía antes, el trabajo literario es arduo. Y si se tiene vocación, talento y una visión aventurada del mundo, creo que se puede lograr.

¿Hay una escuela literaria en Aguascalientes, digamos en el contexto nacional?
No, no me parece que haya una escuela, ni actualmente ni en el pasado. Ha habido grupos, ha habido intentos, habría que revisar la poética que propuso el grupo paralelo, que sería lo más cercano creo yo, pero no me parece que haya una escuela literaria donde nos podamos agrupar.

¿Y habrá algún escritor o escritora en este momento que digamos ya esté siendo como referencia de Aguascalientes?
Creo que está Dolores Castro, por supuesto. Innegablemente es una gran figura y su obra sí tiene todas las características de una gran obra poética.

Me quedé con esa idea del «muy fonca» donde todo mundo gira alrededor de becas y premios literarios, pero efectivamente nadie se ocupa de lectores, ¿quién se debe ocupar de ellos?
Fíjate que esa es una discusión que yo he tenido en varias ocasiones con amigos escritores y ya terminaron por convencerme de que no nos toca, de que esa es la tarea de los profesores, que los mediadores de lectura, de los promotores… El trabajo del escritor es escribir. Yo pienso que los lectores de tu blog podrían decir que yo soy como muy rojilla, que soy muy idealista, pero ya dije antes que no, que no creo en esta literatura ideológica o panfletaria, sin embargo México está pasando por un momento de tanta violencia, que nos correspondería, aunque sea mínimamente, repito la frase de Ortega y Gasset, estar a la altura de las circunstancias.

A lo mejor no les corresponde hacer lectores pero sí preparar platillos extraordinarios, como los que a ti te convirtieron en escritora.
Y a eso es a lo que yo llamo literatura comprometida, no una literatura de tintes políticos, y no necesariamente de crítica social, sino totalmente honesta con uno mismo y con la realidad, que tenga este compromiso de ser auténtica con lo que uno es y con el mundo.

¿Y crees que hayas logrado ser auténtica?
No sé, si hablo de mi libro De minotauros y mujeres que duermen, esa sería como mi carta bajo la manga, porque los cuentos que componen el libro los escribí entre los diecisiete y veintitrés años y fueron mis primeros intentos por demostrar lo que para mí era el cuento, que había aprendido con Gabriel García Márquez y luego con Cortázar y luego con otros grandes escritores. Digamos que no tienen condicionantes porque no estaban hechos para ser publicados, ni hechos para un concurso, ni siquiera pensaba quién me podía leer, no es que no quisiera que me leyeran, sí lo quería. No estaba cambiando estilo porque era lo primero que hacía, no estaba buscando superarme, porque no había nada detrás. Por lo tanto creo que es lo más cercano a la autenticidad.

¿Qué es para ti la literatura?
Es una forma de vida. Últimamente he pensado que la literatura, además de darme de comer como profesora. Volvería a decir que la literatura es una manera de construir el ser.

¿Y porque es importante o debiera ser importante la literatura para la sociedad? Digo, ya que están fallando las instituciones…
Bueno, quisiera aclarar que me parece que la institución no está fallando en todos los sentidos. Creo que hay ciertas partes, hay programas muy interesantes que sí están logrando acercar a la lectura literaria a diversas partes de la población. Con respecto a tu pregunta, creo que porque nos abre posibilidades, no estoy diciendo que sea la panacea, ni la única forma de abrir mentes, ni estoy diciendo que todo el mundo debiera leer a Shakespeare o a Cervantes, porque entonces sería un poco Nazi mi afirmación. Creo que es una de las grandes posibilidades, de las más grandes y maravillosas posibilidades para abrir el mundo, sobre todo porque los jóvenes ahora tienen menos opciones, pienso en contextos donde hay mayores necesidades. Ahí la literatura puede ser una buena forma de entender que el universo es múltiple, que no hay un solo camino, ni solo una forma de existir. Es importante para entender que nosotros también somos los otros.

Ilse, ¿qué define a una obra maestra de la literatura?
Creo que puede ser muchas cosas, se me ocurre ahora su permanencia, no que la sigan encargando en la escuela para leer, sino que realmente nos siga diciendo algo de una manera magistral y clara, impresionante, aunque hayan pasado quinientos años y aquí pienso en obras que a mí me acompañan siempre como las tragedias de Sófocles, por ejemplo.

Literariamente, ¿a qué le tiene miedo Ilse Díaz?
Uy, a no tener ya un tema para escribir, no me refiero a escribir mucho, en realidad no tengo miedo a que mi obra sea muy extensa, pero no tener que decir sería uno y la otra cosa, repetirme. Escribir con el mismo estilo, de las mismas cosas, con la misma forma.

¿Cómo te ves digamos en el 2030?
Me gustaría seguir escribiendo, por supuesto. Creo que no me veo de una manera tan distinta en relación con mis actividades, porque me gusta mucho lo que hago, poder continuar tanto en la parte académica con la parte literaria, pero lo que sí me gustaría es que mi obra fuera mucho más sólida, tanto la de investigación como la literaria.

¿Cómo te gustaría que la gente te identifique como escritora?
Me gustaría que me identificaran como una escritora viajera, me gusta mucho viajar y a veces no tengo mucha oportunidad. Entonces me faltó decir eso, creo que en el 2030 me gustaría tener muchos más viajes en mis recuerdos.


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