No sé cómo enfrentarme a la vida sin un lápiz en la mano: Andrés Vázquez Gloria


Por Jorge Luis Heredia
  • Yo empecé a trabajar desde los trece o catorce años, decían felicidades, qué bien que alimentas tu espíritu, vas a ser muy feliz… ¿Y sabes qué?, ni madres.
  • Para mí ese es el arte, llegar a verdaderamente no decir mentiras, ni creer que eres un gran artista, ni que puedes llegar a representar lo que quieras.


En hombre recibe el mismo dolor que ha causado, pero Andrés Vázquez Gloria, lo presiento, no causó dolor a otros, entonces ¿por qué llegó a prisión?, ¿por el karma? No lo sé y quizás nuca lo sabré. Francisco Rojas González expresa en uno de sus cuentos que la madre rogaba a Dios que su hijo dejara de ser tuerto y en una fiesta religiosa, de esas que hay tantas aquí, un cohete explotó en su ojo bueno y el hijo dejó de ser tuerto. Sí, ten cuidado con lo que deseas. Vázquez Gloria deseaba conocer tanto el mundo de los desamparados, que se convirtió en uno de ellos, aunque la causa estuviera justificada.

La búsqueda del arte en lo más profundo del ser humano. Andrés Vázquez Gloria.
Foto: Gerardo González González
  
Para el artista, bien valía la pena bajar al infierno para pintar a cabalidad la condición humana, real, no por encimita, sin mancharse las manos. Buscaba saberlo, aunque para ello tuviera que pagar un alto precio. Buscaba simplemente que nadie se lo contara, quería la sabiduría para expresar en su arte las cosas aprendidas en carne propia, con cada célula. Quizás su inconsciente gritaba que quería ser uno de los desamparados y hay veces que el universo concede deseos, a placer, y en la cárcel se volvió una especie piltrafa humana a merced de un grupo de reos que se ensañaron con él en esa absoluta oscuridad, hasta que la voz de un ángel le habló al oído, así sin más, “tú lo pediste a gritos, querías ser el desamparado...” De pronto el cielo se abrió y dejó pasar sus tenues rayos de luz. Fueron cincuenta días de cárcel.

Por dos años caminó sin rumbo, pensando que ya su carrera de artista visual había terminado, que ya nada tenía por pintar, que la creatividad se había quemado en el infierno, y entonces, sólo entonces comprendió las palabras del ángel, que él era el próximo objeto de sus cuadros, ya no las prostitutas, ni los limosneros, ni los indigentes, ni los mendigos, él mismo, y justo de allí, de las cenizas, emergieron sus cincuenta cuadros, uno por cada día de cárcel, como un intenso vómito vertido sobre un hoyo negro del universo… Andrés Vázquez Gloria, el artista, había renacido, volvía a la escena con más ímpetu y sabiduría que nunca…

No, no puedo dejar de imaginar a Van Gogh cuando percibo la sensibilidad, la híper sensibilidad que Vázquez Gloria transpira.  Sabía a ciencia cierta que si le daban un kilo de jitomates para venderlo, le iba a perder, porque lo que Andrés Vázquez Gloria sabe hacer es crear obras de arte verdadero, de esas que trascienden a las generaciones, que no están hechas para adornar un restaurante o un hotel, y mucho me temo que Aguascalientes no sabía que tenía un artista de semejante estatura, no lo conocían en Aguascalientes, sí en el resto del mundo.

Hoy Andrés se mantiene en una línea de flotación, en una línea que divide sus dos mundos, el mundo que crea y el mundo real, al menos el que consideramos que es real. En el fondo, lo que lo mantiene en esa línea de flotación, y por lo cual no cae irremediablemente a los profundos abismos, son sus dos pequeños hijos, que sin saberlo ya pelean grandes batallas… El artista sabe que necesitan al hombre, aquí y ahora.

Entre dos mundos, el del artista y el que llamamos real.
Foto: Gerardo González González

Su obra es una obra alejada de los parámetros de mercado en el que muchos artistas han caído, se mantiene lejos de los parámetros de fama, de los parámetros de popularidad, para entrar en esa categoría a la que pertenecen muy pocos artistas en este planeta tierra. Ha sido capaz de dominar las técnicas de la plástica, sí, pero más allá, ha sido capaz de meterse a las más oscuras profundidades del espíritu humano, ese terreno donde si no se tiene la fortaleza y si no se sale a tiempo, se corre el riesgo de perderse para siempre.

Este hombre, esta voz indispensable en la vida cultural de Aguascalientes, para los políticos, para las universidades, para las nuevas generaciones de artistas, esta voz del mundo que muy pocos en Aguascalientes saben que tienen, es quien hoy concede una entrevista exclusiva a Fin de Semana, la voz cultural de Aguascalientes.

Cuando me planteaba la entrevista me di cuenta de que mucha gente te tiene etiquetado como grabador, entonces esa es la primer pregunta, como artista, dime, ¿eres pintor, eres grabador, qué eres?
No me gusta plantearme como artista. Sería como un artista plástico. Me conocen mucho por medio de la gráfica. Mi obra gráfica la conoce mucha gente, incluso gente que ha invertido en coleccionar mi obra gráfica, porque de alguna manera adquirir una obra es mucho más accesible económicamente que tener un óleo o tener o algo pues mucho más elaborado, la instalación o cosas así, mucho más conceptuales. Pero en realidad mi trabajo, dependiendo de cada proyecto que hago, es lo que yo presento. Hago un estudio sobre el espacio donde se va a exponer mi trabajo, en el espacio en el que se va a llevar a cabo y junto con las personas que me ayudan pues valoramos qué es lo mejor mostrar para las fechas o los compromisos que tengo.

¿Cuándo hablas de “tus compromisos” quieres decir que haces obra ad hoc?
Sí, los museos por lo regular agendan sus compromisos, por lo regular un museo dice voy a tener cinco exposiciones en el año o diez, a quién vamos a invitar y los museos invitan a los artistas, en este caso yo tengo propuestas de museos que me buscan para que mi obra esté allí. Algunos museos me buscan para exponer una obra que ya realicé, que ya elaboré, otros me dan la libertad de abordar un tema nuevo, diferente que tengo que trabajar. Otros me dicen que tengo la libertad de presentar algo que ya haya realizado en otros años anteriores y que ellos lo puedan mostrar. Entonces cada proyecto se convierte en un proyecto completamente diferente.
Te platicó que voy a exponer en diciembre el palacio Clavijero de Morelia, y allí me dieron la libertad elegir cualquier pieza, pero siempre y cuando, el sesenta por ciento de la exposición hablara de mis autorretratos que yo hice de mi proceso en la cárcel. Entonces, yo quise hacer un proyectito dentro del museo donde muestro una faceta de mi evolución, desde que empecé en hasta Autorretratos cincuenta días. Tengo unos pequeños dibujos que conservé de cuándo trabajé en la zona de tolerancia, era muy joven, tenía dieciocho años, y van a poder ver en esta exposición una evolución creativa desde el comienzo en la zona de tolerancia, hasta el asunto de los retratos. Hay retratos de enfermos mentales, hay retrato de indigentes, hay retratos del Bestiario para Mateo, del libro que le hice a Mateo, hay retratos de la zona de tolerancia, de gente que dibujé en la calle. Es un proceso muy cortito, bueno, no cortito. Estamos hablando de que voy a exponer ciento cincuenta piezas en el palacio de Clavijero.

Dijeron que el arte era felicidad... "Ni madres".
Foto: Gerardo González González

Entonces déjame complementar la pregunta. ¿Piensas en el público cuando haces tus obras, en alguien que las va a ver, como por ejemplo un hotelero o un restaurantero que lo quieren para sus paredes?
No, no creo porque mi obra no es así como muy comercial, pues, ¿no? Pienso que hay cosas mucho más amables como unos animales, pero hay cosas que no son nada amables para el grueso de la población. Yo no pienso en eso, pienso en ver cómo se ha reflejado este proceso, cómo he avanzado, revisar mis procesos creativos que tengo, porque el asunto de la cárcel me ha hecho ser como más humano, porque yo saliendo de la cárcel, cómo sabes, yo generé una fundación, porque creo que me enseñó a ser más agradecido con la vida y con las cosas que suceden y con la gente.

¿Humano o humilde?
Humano… o humilde, no sé. Pienso que más humano, y más humano por el sentido de que yo aposté absolutamente toda la vida en representar un solo tema que en la vida me he salido un poco, una vez me salí del tema que he dibujado siempre, que es la condición humana y me salgo para dibujar este bestiario, pero lo dibujo con rasgos humanos. En realidad yo digo más humano, porque habla de mi propia condición. Representar al humano es para mí lo más importante que me ha pasado. Ahora, evidentemente yo cuento con un estilo propio, yo batallé mucho para llegar a esto, y yo siempre he dicho, el representar la realidad no es hacer un retrato fotográfico de la persona que estás dibujando, sino que la verdadera realidad existe en que conozcas a ese humano para poder representarlo, ¿por qué?, porque yo viví con las prostitutas, yo viví con los indigentes en un estudio que tuve, los metí, metí a tres indigentes para dibujarlos y vivieron conmigo casi un año y para sacarlos era un desmadre porque no sabía cómo poder sacarlos, y aparte la gente dejó de visitarme, ya no iba a ver mi trabajo, mi trabajo se empezó a acumular y salía y según yo convivía con la gente, pero en realidad todos me hacían así ¿no?, ¿por qué? Porque yo me di cuenta de que me volví como parte de ellos, a tal grado que como animales se cargaban aquí o allá y yo al principio barría y luego empecé a vivir con las mierdas de ellos y vivir como ellos y yo no me había dado cuenta y me había cambiado el chip.

Entonces, representar al humano es representarme yo mismo. Los autorretratos que yo hice en la cárcel es una condición humana que yo no había querido voltear a ver, porque cada vez que yo hacía un proceso creativo, siempre me iba por meses y desaparecía y hablaba mucho con las personas. De plano me encerraba a hacer mis procesos y yo terminaba siempre mal, siempre sacado de onda y para llegar otra vez a ser el mismo Andrés, volvía a batallar muchísimo. Batallaba para volver a reencontrarme con la sociedad, entonces mis pinturas se convertían en pinturas, desde mi punto de vista, honestas.

Se lo digo a mis alumnos, si quieren pintar la realidad no es necesario ser un virtuoso, tienes que vivir de experiencia, porque un trazo de un indigente que tú te imaginas en la cabeza, no va a hacer el mismo trazo del indigente con el que viviste. Ahora ustedes están aquí en mi taller… y pueden ver los personajes, he tratado de dejar de meterme en proyectos tan fuertes con gente que tiene una vida complicada, que vive en la calle o cualquier cosa, he dejado eso porque tengo dos hijos muy pequeños, que si yo me voy a hacer un proyecto de esos, no sé cómo llegue y ellos me necesitan en este preciso momento. Toco temas como personajes de los circos que estoy haciendo bajo mi propio estilo, pero sigo dibujando a Juana, por ejemplo, que es una indigente que vive en El Encino y les voy a mostrar un dibujo que estoy haciendo de ella, sigue siendo mi estilo, pero no es… ¿Sí se ve? Yo voy dos veces a la semana a visitar a Juana para llevarle de comer, para ver si le hace falta y aprovecho para estarla dibujando.

¿Qué estás buscando en estas personas, qué tienen?
Pues mira, de entrada, visualmente es una situación que me emociona y me estremece mucho, los rasgos humanos que llegan a tener, porque son gente que yo creo que han vivido una experiencia de vida media complicada y me meto mucho y siento muchas emociones y estas características físicas que tienen son tan fuertes que se asemejan a lo que yo quiero representar y a lo que yo quiero hacer. No sé, los busco, además, la condición humana que es desfavorable para muchos es algo que me estremece, ¿no? Entonces yo no tengo que perder el piso, si vas a la oficina en el taller nacional o si vienes aquí yo siempre tengo fotografías de mis hijos, porque cada vez que volteo y agarro un lápiz, tengo que ver esas fotografías de mis hijos, esa condición humana tan noble, para no perderme, yo, como humano. Si no los  veo, si no los recuerdo,  me puedo ir en un proyecto porque yo soy tan vulnerable en este sentido que me voy y me pierdo. Me puedo meter en un proyecto tan complicado como el último que tuve, que duré cincuenta días en el CERESO por un accidente que tuve y por un proceso que acababa de tener y que me lleva finalmente a tener una conciencia sobre mi proceso creativo.

En ese proceso creativo en el que llevas ya varios años desde que, arriesgado e intrépido, te metiste a hacer un estudio sobre la prostitución, pero desde adentro, dime, ¿qué has aprendido de la condición humana?
…Es… Es, fíjate que yo acabo de enterarme pues, desgraciadamente, que la condición humana es tan diversa, pero es algo que no hemos valorado verdaderamente, porque nosotros somos hombres, como género hablo, como hombre mujer, que somos de decisiones. Mi papá me lo enseño, mi padre que en paz descanse me decía, “imagínate el día en que me hubieras dicho tú, qué hubiera sido si te hubiera dicho que me iba a ir a la zona de tolerancia y pintara a las prostitutas, qué hubiera sido de mi si hubiera ido”, entonces yo tomé la decisión de ir y yo sé que la decisión que tomé está aquí en este momento. Ese camino que empecé a construir me llevó a hacer esto, la condición humana me enseñó a tomar decisiones, a que si yo quiero llegar a algún lugar, evidentemente yo tengo que levantarme y caminar para llegar a ese lugar y buscar lo que quiero para mí y para los demás.

Andrés, en esta situación generas una energía inevitablemente, no tengo la idea en qué dimensión se expresa, pero me parece que cuando en alguno de tus videos expresas que alguna voz te dice que ya no les busques porque tú eres el siguiente que tienes que retratar, generaste tal energía que volvió a ti con tal fuerza que te llevó a la cárcel, ¿qué es eso?
Es lo que te digo, el verme en el espejo en el año 2004, y verme en un estudio en la calle Libertad y darme cuenta de que me estaba transformando porque estaban viviendo conmigo cuatro indigentes y me empecé a observar y a oler y me di cuenta de que quien olía mal era yo, entonces esta transformación y esta forma de reconocerse, de cómo puedes llegar a transformarte tú mismo hasta donde quieras, para mí ese es el arte, llegar a verdaderamente no decir mentiras, ni creer que eres un gran artista, ni que puedes llegar a representar lo que quieras, o demostrarle a la sociedad que eres el mejor, no, porque aquí en la intimidad, de esta habitación donde estamos, aquí yo me demuestro un chingo de cosas para conmigo mismo, hoy tengo que trabajar todavía más para conmigo mismo, y ese es un dolor, esa es una catarsis que tengo que estar viviendo día con día para saber que soy humano, porque es lo que yo represento, a la humanidad, para saber que soy humano y que soy vulnerable y que el arte me sirve precisamente para no salirme de la pinche raya.

Una voz reconocida e indispensable de Aguascalientes y de México: Andrés Vázquez Gloria. Foto: Gerardo González González

Dice un escritor japonés que Ernest Hemingway tenía que vivir las cosas para poder escribir y me da la impresión de que es un poco parecido a ti, que te fuiste vivir con las prostitutas para poder pintar, así era Hemingway, pero llegó un momento en que, dice Murakami en uno de sus libros, Hemingway se suicidó porque ya no tenía nada que contarle al mundo, pero en tu caso, me da la impresión que fue después de la cárcel renaciste.
Lo que pasa es que me estoy convirtiendo en parte de mi propia obra. Yo he llegado a transformar tanto mi vida y mis cosas, y la forma como las he vivido, y he vivido tanto, que he llegado a representarme yo mismo… Te voy a mostrar una fotografía que me acaban de tomar para mis exposiciones, que voy a tener este año, y me dicen, ¿cómo quieres que te retrate? Así, mira… Y agarré un lápiz de cera y me empecé a dibujar ojos y a transformarme… Entonces llega el momento en que tú eres tu propia obra, yo pensé que en el proceso, que Andrés Vásquez Gloria, el creador, se había muerto en el proceso, con los autorretratos de cincuenta días, porque dije, ¿qué más voy a pintar?
Yo te soy honesto, es muy difícil vivir de esto, y desde muy joven agarré dinero de esto, y estoy agradecido con la vida, pero la vida misma te lleva, cuando hice Autorretratos cincuenta días yo dije, yo ya terminé, yo ya terminé mi proceso. Lo que vieron de Andrés cuando empezó en la zona de tolerancia y terminó con sus autorretratos. ¿Qué más voy a pintar? Yo no sabía qué pintar ya, entonces yo tuve casi dos años sin agarrar el lápiz, estaba metido en la depresión de la cárcel y yo te soy honesto, en la casa, mis hijos saben que estoy en el baño porque la puerta está entreabierta, nunca la puedo cerrar, porque en la cárcel tres cabrones siempre me buscaban cuando yo iba al baño. Yo voy al baño, y yo me acuerdo de eso, no lo he podido superar, entonces dije, no voy a pintar más, no puedo representarme más ni representar a nadie más, yo ya terminé y fueron dos años en Calvillo ayudando a mi suegro a hacer una cosa y otra, iba al rancho con él y me quedaba y me hacía tonto y dije yo no voy a pintar, pero no puedo, no puedo dejar de hacerlo, la gente aparte me exigió, los museos me hablaban y me decían “oye necesito una exposición” y yo, no, ya no hay nada.

¿Hay algo que en tu niñez, algún momento de tu vida que nos ayude a saber si ya estaba marcado…? ¿Algún  hecho, algo por lo que te decidiste dedicarte al arte…?
…Este…, híjole, es que lo que pasa es que por ejemplo en mi casa  mis papás eran comerciantes muy trabajadores y bueno déjame decirte que todos mis hermanos somos artistas, bueno, la mayoría, somos ocho, todos hacen algo, no se dedican a esto como yo pero lo hacen como cosas muy personales, ¿no? Pero quien vive de esto y quien trabaja esto pues…, mi oficio es este. Y te digo que cuando dejé de pintar dije voy a hacer algo…, me voy a dedicar a vender carros, me voy a meter de limpia pisos en un centro comercial, una mamada, eso quería hacer, pero sabes qué, si yo me enfrento al mundo sin hacer esto, estoy bien pendejo, si me ponen a vender un kilo de jitomates, le pierdo al momento de venderlo.

No sé cómo enfrentarme a la vida sin un lápiz en la mano, ¿sí me explico? La vida fue lo que me enseñó, a reconstruirme cada vez más y yo dije, yo voy a salir de esto, la fundación que tengo, yo la generé cuando salí de la cárcel, cuando más estuve jodido es que salí adelante para generar una fundación, porque sé moverme en el ambiente, porque los artistas verdaderamente importantes me reconocen, conocen mi trabajo y lo admiran y reconocen mi proceso. En los primeros diez días que hice en la cárcel, los bocetitos los hice grabados, ¿y quién crees que me invitó? Pues sí sabes, ¿no? El maestro Toledo me invitó a Oaxaca para hacer los primeros días formalmente, los diez grabados que son gráficos. Me pasaron muchas cosas, te soy honesto, yo soy humano y me reconozco muy vulnerable y yo lloraba mucho, hay ocasiones en que me siento tan triste nuevamente, que vuelvo a llorar, y escribí algo, mira, precisamente, te lo voy a leer: les escribo desde un lugar no muy grato, fui incrustando infiernos en mi alma, y demonios que ayudaban a vivir así, no vi, no sentí y mucho menos hice nada para contrarrestarlo, hoy me toca pagar la cuenta, les escribo desde el infierno. Día 1.

Ese fue el primer día y diario escribía cosas donde nos llevaban las tortillas con un lapicito y ahí tengo todas esas cartas que le hice a Mateo. Los procesos son complicados, hay quienes se la pasan más amablemente en este sentido, a mí me dijeron desde muy pequeño, el arte es poca madre, desde niño me decían…

¿Quién te decía?
Pues la gente, que yo allí empecé a trabajar muy joven y tuve exposiciones desde los trece o catorce años, decían felicidades, qué bien que alimentas tu espíritu, vas a ser muy feliz… ¿Y sabes qué?, ni madres.

¿Qué le debes a la vida?
Ah, pues no sé…

¿O que te debe la vida?
No sé, he tratado de encontrar una respuesta a eso, y la sigo buscando a la vez que hago cosas… Mi abuela, esta pregunta me recuerda mi abuela, que vive, tiene ciento cinco años, y me dice, “algo le debo a la vida, pero no sé qué todavía”. Me recuerda eso, porque yo tampoco sabría qué es lo que le debo a la vida, pero algo importante, seguramente.

Estamos en 2019, ¿qué moldeas ahora, qué estás moldeando en tus obras y de dónde salen si ya terminó lo de las prostitutas, lo de los desamparados y lo de la cárcel?
Pienso de este proceso que tuve de la representación de la condición humana se terminó con la representación de mi propia condición humana. Estoy moldeando otras cosas, temas que me gustan, me sigue gustando el humano, las personas, tenemos una gran diferencia entre los otros animales que viven en la tierra, porque tú y yo ahorita estamos hablando y nos entendemos, entendemos lo que estamos diciendo,  el diálogo es una gran virtud, el dialogar con una persona y escuchar y el entender que tiene una necesidad o una alegría, eso me estremece a mí, pero me siguen gustando estas formas fuertes para poder representar, entonces he buscado temas que ahora en este momento me han gustado mucho, que son los personajes circenses de la antigüedad, o sea los siameses, la mujer barbuda y estas cosas, ¿no? Pero me encanta el sexo, por ejemplo, entonces estoy trabajando temas eróticos con mi obra, entonces pues es algo que me gusta, que me sigue gustando y eso es lo que estoy tratando de trabajar. Me gusta irme mucho al campo y voy a hacer un viaje próximamente en una motocicleta, a Real de Catorce, porque tengo que firmar un convenio allá para mi fundación y me llevo mi cámara y hago un viaje yo solo para encontrarme conmigo mismo y a ver si algún día puedo cerrar esa pinche puerta del baño que no puedo cerrar. Irme, tomar fotos y dibujar lo que veo, sentir la naturaleza, estoy ideando, estoy generando más cosas como para alivianar todo este dolor y este daño que causé con mi humanidad en estos procesos que hice.

NOTA DE FIN DE SEMANA. Por error se informó que la exposición en Clavijero de Morelia sería en diciembre, pero el autor ha precisado que será a partir del 4 de abril de 2019.

findesemana.ags@gmail.com

Comentarios

  1. me encanto la nota , gran abrazo andres , y es verdad yop tampoco se como enfrentar la vida sin un lapiz en la mano , abrazo desde argentina

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Fin de Semana, La voz cultural de Aguascalientes, agradece su preferencia y le invita a compartir con nosotros sus comentarios en torno a la cultura de nuestra entidad, que alguna vez desearíamos ver con menos nota roja y con más, mucha más cultura, y, como diría la pintora Rosa Velasco, con gente más sensata, más honesta, más sensible. Sea, pues.

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