El concierto es la punta del iceberg y debajo está el trabajo duro: Astrid Camarena Correa


Recital de piano en la Universidad de las Artes de Aguascalientes

  • La confianza te la da saber qué has trabajado y qué has estudiado meticulosamente, con conciencia, analizando la partitura, te da seguridad para el día que te presentas, realmente decir esta soy yo, este es mi trabajo y estoy aquí para compartirlo.


Por Jorge Luis Heredia

Huele a Feria, sabe a feria. De hecho, con este calor que baña suave e inclemente a la Ciudad, se siente la feria por todos los rincones, hasta se oye. El ruido mezclado de tamboras que compiten con puestos cerveceros llega a todos lados, es como un zumbido, eso sí, con caducidad limitada... Se escucha el ole de la gente para Fermín Rivera en la Plaza de Toros, mientras que Coque Muñiz, Francisco Céspedes y Carlos Cuevas se preparan para una noche bohemia en el Foro de las Estrellas y aquí, en la Universidad de las Artes, en un breve espacio acalorado, la pianista Astrid Camarena Correa intenta crear su propio mundo, su propia feria.

Astrid Camarena Correa. Pianista. (Foto: Fin de Semana)

Es aguascalentense, o aquicalidense dicen los más puristas y lleva entre sus hombros escasos 25 años de vida y de experiencia, que intenta enriquecer con la visión musical que da estudiar una maestría en Canadá. No hay límites. Con los recursos de la familia, con una beca parcial obtenida en la Memorial University y el  resto con una beca del PECDA en la categoría de formación artística en el extranjero, Astrid levanta el vuelo en busca de su propio nombre, en busca de sus propios límites. Pero regresa, como un ave a su nido, si es que todavía hay aves libres en este planeta y lo hace para tocar en el piano notas de Beethoven, de Rachmaninoff y de Albéniz para sus invitados, familiares, amigos, estudiantes y maestros de la UART.

El piano tiene alguna dolencia. Se le escucha. No importa. Se abren y cierran puertas. No importa. Los bolígrafos para contestar una breve encuesta sobre el concierto son retráctiles y se escucha el clic, clic, pero no importa. Allá, al fondo, un coro que seguramente no sabe del concierto, entona el infinito «un elefante, se columpiaba, sobre la tela de una araña, como veía que resistía…», pero no importa porque al final estamos en una universidad de las artes. Poco a poco los planetas se alinean y las notas suaves y nítidas se apoderan del espacio y eso, eso sí importa, porque de pronto ya estamos en el tercer movimiento de la Patética de Beethoven, un alegro, que por un momento invade como la niebla y se queda para siempre.

Astrid Camarena pertenece a otra generación. Nació en el noventa y dos. Tiene potencia y algo que pocos logran a esa edad, Astrid tiene visión. No sé y creo que ni siquiera ella sabe hasta dónde puede llegar. Una cosa es seguro, que si continúa con disciplina y pasión, revueltas a su antojo, puede un día ser la pianista de Aguascalientes que no conoció las fronteras.

Astrid, cómo te ves en algunos años más, ¿Cómo pianista en grandes escenarios, como maestra de piano en Aguascalientes?
Es una de las preguntas más interesantes que podría hacerme. Sin duda me gusta tocar y nunca quiero alejarme de los escenarios, si es una sala, como el día de hoy, o es un escenario como el del teatro Aguascalientes, o en espacios nacionales o incluso a nivel internacional… Es un ambiente bastante competido y muy sacrificado y creo que la docencia también debe ser un rol muy importante. Como músicos nos cuesta mucho llegar a un punto, y debemos acordarnos de los que también quieren aprender. A veces creo yo que, como visión mía, también voy a dedicarme a la docencia.

¿Y la balanza se va a inclinar hacia algún lado?
Creo que inicialmente hacia la ejecución, quiero probar, viajar lo más que pueda, conocer, ganar experiencia, porque, ¿qué voy a enseñar si no es experiencia?

¿Eso te daría prestigio ante se alumnos?
Hay que impartir con el ejemplo, creo yo. Es una motivación ver que tu maestro toca continuamente.

Astrid, ¿qué sientes cuando estás tocando el piano?, ¿qué pasa por tu cabeza?, ¿cuestiones técnicas?, ¿estás repasando la partitura?, ¿estás concentrada o estás pensando en las personas que vinimos a escucharte?
Cuando estoy tocando pueden pasar muchas cosas. Lo ideal es conectarse, ser uno con la música. En mi muy personal punto de vista, es empezar a hacer música y disfrutarlo, y permitirte sentir lo que la música te dice, sin embargo, hay veces que puede interferir el ruido del ambiente o cuestiones motrices del mecanismo del mismo piano. Como pianistas tenemos la desventaja de que no sabemos a qué instrumento nos vamos a enfrentar, y en el mejor de los casos logramos hacer conexión y logramos hacer música mientras tocamos.

¿Y hoy?
Así fue. Me gustó mucho, particularmente el segundo movimiento de la Patética de Beethoven, disfruté mucho esta obra y en general podría decirse que sí, disfruté mucho y me conecté con la música.

¿Cómo logras disfrutar sabiendo que tienes que ejecutar con ciertas características muy precisas cada una de las notas y que quieres dar un concierto de gran calidad? ¿Cómo pasar de esa concentración y de una depurada técnica a de pronto fluir y a disfrutar de la música?
Creo que la clave está en el trabajo que hay detrás de lo que vimos hoy. Hay una gran analogía que dice que el concierto es la punta del iceberg y debajo está todo el trabajo duro que se hizo para presentarse en los recitales. La confianza que te da saber qué has trabajado y qué has estudiado meticulosamente, con conciencia, analizando la partitura, siendo consciente del estilo que debes interpretar, te da seguridad para el día que te presentas, realmente decir esta soy yo, este es mi trabajo y estoy aquí para compartirlo.

¿Quién eres?
Una pianista de Aguascalientes que sin duda quiere hacer algo por su estado.

¿Qué quieres hacer?
No lo tengo claro, pero sí creo que tiene mucho que ver con las relaciones humanas y con difundir más y más la música. Como decía el maestro Jesús Hernández Vega, consumir el talento local es muy importante, tenemos gente muy talentosa aquí… Y creo que hay que impulsarlo. No quedarnos con la idea de que sólo lo bueno está fuera, está en México, está en Xalapa o en Morelia. Aquí hay mucho talento, lo que pasa es que qué trabajarlo y hay que quedarse aquí, impulsarlo, trabajar duro.

¿Para ti que te ha facilitado más estudiar música, el talento o la dedicación?
Una muy buena maestra de piano me dijo una vez, talento diez por ciento y noventa, trabajo duro, y creo totalmente en eso. Y como lo dijo alguna vez un japonés en una entrevista, tarde o temprano la disciplina vencerá a la inteligencia. Y sí creo que el trabajo duro, con mucha pasión, convencido de que es lo que tú quieres hacer, te va a llevar a grandes lugares y te vas a sentir satisfecho con lo que logres.

¿Y esta es tu vocación Astrid o alguna vez has pensado que te gustaría ser mejor pintora bailarina o quizás empresaria?
Alguna vez pensé estudiar medicina, pero la satisfacción que me da tocar música y haber descubierto que gente que me aprecia, y que aprecia la música, disfruta cuando yo estoy disfrutando haciendo música, no creo que ninguna otra profesión me lo pueda dar. Realmente creo que es mi vocación y lo seguiré haciendo hasta que tenga vida.

Una más, ¿Qué ventaja te da estar en Canadá, estudiando una maestría, con respecto a los artistas de aquí que no han ido estudiar una maestría al extranjero?
Hmmm, no hablaría de ventaja, hablaría de apertura, de abrir los ojos, de ver que hay en otros lugares, cómo se hace lo que nosotros intentamos aquí, desde otro punto de vista, desde otra cultura. Creo que ir y observar y aprender y valorar lo propio es una parte muy importante de lo que estoy haciendo actualmente en Canadá. No es nada más creer que allá está todo lo bueno y aquí todo lo malo, al contrario, he encontrado muchas ventajas y desventajas en ambas, creo que se puede aportar a través de la experiencia de ver qué es lo que se hace afuera.

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