Los poemas existen hasta que el lector dice que son poemas: Rubén Chávez

Ditto 84.17, el nuevo poemario de Rubén Chávez Ruiz Esparza

  •  La poesía salva. Quién lee poesía, quien se deja atrapar por la poesía, quien se permite incluso hacer el intento de escribir poemas, encontrará mayor sentido a la vida
  •  Yo diría que Aguascalientes tenemos que volverlo a reinventar, en este momento tenemos muchos Aguascalientes y están chocando, necesitamos encontrar algunos puntos en común


Por Jorge Luis Heredia       

La entrevista con el poeta no es en un café, ni en un lujoso restaurante, me abre las puertas de su casa. Me reciben unos enormes gatos que no sé si me dan la bienvenida o se inquietan por mi llegada, y atrás de ellos Rubén Chávez con su sonrisa a veces apretada, pero siempre sincera. Hace un par de días presentó su libro Ditto 84.17, así, como si fuera un versículo de la biblia, pero que nos lleva al año en que escribió el primer poema, 1984 y el último de esta obra, 1917. Sí, un poemario que se decantó y que maduró con el lento fluir de los últimos 33 años.

Ditto 84.17, el nuevo libro de Rubén Chávez. Foto: Fin de Semana.

La encuadernación del libro, editado por el Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura, es impecable, de lujo, como debiera ser para un libro de poemas de esos que se leen una y otra vez y que al terminar la lectura se colocan en el buró cuando arrecia la madrugada. No, no es un libro común. No, no es un poeta común. Rubén Chávez es un hombre que aprendió que ser poeta era un complemento de la vida. Primero abogado, primero médico, primero padre, primero buscar el sustento, después poeta.

Dos características definen profundamente su obra, que hacer un poema es para verdaderos atletas capaces de estallar con los sentidos y, segundo, que haya un lector y que ese lector llame a la obra poema. De hecho, para Rubén Chávez el poema no existe hasta que el lector que lo califica como tal, como poema.

La entrevista se desenvuelve al principio con pausas, con replanteamientos de ideas, pero luego lentamente fluye, fluye cuando de pronto sus palabras salen de su alma, cuando sus palabras se convierten en verbo, en cuerpo, en vida.

¿Es necesario que un lector desentrañe las metáforas de un poema para poder leerlo?
No, no es necesario entender las metáforas para degustar el poema. Es deseable que un poema llegue a tener una cercanía con el lector, es deseable que nos hable con palabras y con imágenes que podamos nosotros dibujar en nuestra mente. Sería deseable que además nos lo hiciera musicalmente, sería deseable que pudiéramos llevárnoslo a nuestra memoria, de tal manera que después de leer un poema, dos o tres días después recordemos algunas frases del poema, porque de alguna manera tomó significado para algo de nuestra vida. Lo que queremos encontrar en un poema no siempre lo vamos encontrar como lectores y, como poetas, a veces el poema no se deja, no permite que se cumplan esas condiciones más deseables, es posible por ejemplo que el poema no sea poema, que el poema diga yo quiero tartamudear, porque en este momento lo que estás pensando no es posible decirlo, a menos que digas no he encontrado palabras y eso digamos es una contradicción, tienes que sacar eso de alguna manera y probablemente lo que resulte puede ser un apunte para poema, en el mejor de los casos.

Si algo no es poema, ¿qué sí es poema?
Buena pregunta…, naturalmente el poema es una construcción verbal, lingüística, por lo tanto necesariamente debemos ver al poema como una cosa que podemos tener enfrente de nosotros y que podemos entregar en mano, el poema tiene que ser algo que pueda tocar, que llevas en un libro, en un cuaderno, en una revista y si esta construcción cumple con la comunicación de un mensaje personal y que además el que lo recibe lo acepta como algo bello, como algo que le traduce una parte de sí mismo, estaríamos o punto de considerarlo un poema. El que lo recibe puede no aceptar que sea un poema. Diríamos que un poema es algo escrito, donde uno aspira a vaciar un mensaje, una idea, que lo presenta de tal forma que puede ser entendido por otra persona a quien es entregado. Y quien lo recibe entiende y acepta que lo recibido es un poema. Si recibimos una prosa donde no se entiende por la conexión a por la machaconería, si no es aceptado por el otro como poema, no es permitido decir que lo es. Y aquí es donde por ejemplo escritos diseñados para ser poemas se encuentran un público que no acepta que lo sean y en ese momento dejan de ser. Se vuelven apuntes hacia el poema, se vuelven mensajes que se envían en una botella y se pierden en el mar, se rompen en el mar, no llegan, no es leído y entonces no es posible calificarlo como poema.

¿Entonces el lector tiene el poder de decir si es poema o no?
Creo firmemente en ello.

Déjame ir un poquito antes, ¿cuánta distancia hay entre la idea que tienes de un poema y lo que realmente escribes y consideras un poema?
Más que el tránsito del pensamiento a la página, es en la página, junto con el pensamiento, al empezar a bajar renglones, o al vaciar completo lo que esté uno pensando y allí todavía no es poema, luego hay que encontrar qué forma quiero darle, en ese juego puede llegar a una primera etapa de ser poema y se sigue transformando conforme pasa el tiempo y según a dónde se lleve.

Rubén, dime, ¿la poesía hace mejor a las personas?
Totalmente. Hay una frase que me disculpas, pero me agrada repetir. La poesía salva.

Ayúdame a entender…
La poesía salva, no necesariamente a quién escribe poesía. Quién lee poesía, quien se deja atrapar por la poesía, quien se permite incluso hacer el intento de escribir poemas, encontrará mayor sentido a la vida, encontrará que sus pensamientos reverberan en otros, que es posible comunicar un pensamiento, que no estamos solos, y también cuando leemos a otros poetas, a otras poetas, nos encontramos seres humanos en este mundo y encontramos más gente con ganas de hacer mundo del mundo. La poesía nos vuelve a nuestra esencia.

En tus poemas atrapas cosas que nos rodean como rostros, labios, besos, calles, relámpagos, piras… En ese sentido, ¿qué te inspira?
¿Qué me inspira…? Difícilmente te puedo decir que cuando uno se sienta a escribir no tiene una idea previa de lo que le ha inspirado, sin embargo siento que hay elementos comunes, elementos a los que regresamos, que son recurrentes. Incluso en 33 años de poesía, como es el caso de Ditto y esos elementos recurrentes son los que se nos aparecen como real, que nos justifica como personas, que nos regresa al mundo, estoy hablando del joven desde los 16 o 17 años que puede caminar y preguntarse en algún momento qué le quedó del año pasado, qué fue lo que efectivamente viví, o el joven de veintitantos, o el joven de treintaitantos, qué es lo que me da presencia, que es lo que me permite decir que estaba allí y la única manera de dejar esos puntos de referencia es estallar los sentidos.

Ditto, 33 años de crear poemas. Foto: Fin de Semana.

¿Qué pasó en treintaitantos años que Ditto se fue quedando a un lado mientras tú publicabas otras obras?
Tengo que dar una confesión, Ditto se fue escribiendo desde muy joven, pero jamás, en ningún momento de esos treinta y tres años pensé en Ditto. Los poemas fueron generándose, fueron tomando vida, fueron encontrando sus lectores, los primeros poemas de Ditto fueron muy bien aceptados en una primera antología en una colección llamada de Imago, que son dos poemas muy breves, fueron publicados en la antología Escándalo de agua por el congreso del estado en 1984. En ese momento del encuentro de escritores vivos de Aguascalientes, hablamos de unas 22 personas, estaba publicado un Desiderio Macías Silva, un Salvador Gallardo Topete, un Luis Gerardo Esquer y de pronto aparecíamos dos niños, a los dieciséis años eres niño, Oscar Santos y Rubén Chávez, colegas y amigos de la preparatoria, allí empezó Ditto, que nace treinta y tres años después sin que pensemos que originalmente fue pensado para que fuera Ditto.

¿No le das mucho peso al lector para definir los poemas? ¿Dónde queda el poeta entonces?
El poeta es un artífice. Creo que el poeta es un constructor de los elementos, hace un acopio de los elementos del mundo, elementos con los que propones hacer algo. Así como el niño le lleva al papá y le dice mira te traigo un elefante, hecho con tierrita y con piedritas, ¿te gusta? Si es muy amable le va decir qué bonito tu elefante, qué extraño que tenga dos trompas, es extraño que le falte una oreja… Y le puede decir a mí me agrada lo que me has entregado, me gusta, pero para elefante le falta la segunda oreja. A lo mejor el poeta insiste en que lo que ha hecho, si no es el elefante que pensaba entregar, es su elefante, ese toma y daca de quien lo hace y quien lo recibe es el poema. Vas a encontrar muchos escritores que te dicen te presento mis poemas…, no sé qué me hayas presentado, pero los acepto como una buena intención.

En ese sentido no te imagino diciéndole a los lectores aquí está mi libro de poemas, ¿cómo presentas tu libro, un libro de qué…?
Yo este libro lo presentó como un libro de estampas, como mi álbum fotográfico personal, como mi familia. Pensando en que muchas veces me han preguntado, ¿tú escribes? Y yo les digo, sí, sí escribo, ¿y poemas? Bueno, ya hay varias maneras de decir que lo son, ya está publicado en algún lado, ni modo de desmentir. Es ese recorrido en la búsqueda del poema, a veces poema y a veces apuntándose a poema. El libro es mi mapa de ruta de treinta y tres años, mi álbum de fotografías y de indicios.

¿A qué edad que recuerdas que te decidiste a escribir poesía?
En agosto de 1982 arranca mi periodo de la preparatoria y en la clase de literatura hispana el maestro Salvador Gallardo Topete nos decía, no les voy a decir cuáles son las características de los poetas, se los voy a leer, se los voy a mostrar y en el transcurso de ese semestre, a los 14 años dije, si ellos son poetas, yo también soy poeta. Salvador Gallardo nos dijo en su clase, traigo unos poemas que yo escribí y los escribí a la edad de ustedes. Nos impresionó a más no poder, es que nosotros pensábamos que quien escribía poemas tenía que llamarse Ramón López Velarde, alguien con cien libros. Entonces, se puede escribir poesía siendo un jovencito. Algo que se escribe a los dieciséis años puede llegar a un libro… Yo también quiero ser poeta.

¿Un poeta tiene vida normal?
Muy buena pregunta… De entrada, mis modelos de poeta, que vive la vida como tú o como yo, fueron Desiderio Macías Silva, médico cirujano, Salvador Gallardo Topete, abogado y maestro de la preparatoria… Fueron mis primeros modelos, entonces el poeta es una persona que primero es padre o es alguien que trabaja para llevar sustento y, como hombre o como mujer, tiene que traer algo más al mundo, eso puede ser un libro de poemas o una novela, pero primero encontrando vida sobre la cual pararse y caminar. Cuando inicia la carrera de letras aquí en Aguascalientes es como el choque, ¿alguien puede estudiar y dedicarse nada más a las letras? Qué cosa tan curiosa, porque un Octavio Paz, abogado… Primero vivir y luego filosofar, primero hacerse una vida, y luego aderezarla con arte y, si el tiempo lo permite, ser escritor.

Con tus ojos de poeta, ¿cómo debería ser Aguascalientes?
Lo veo como lo he vivido, como me lo traigo en la memoria y como lo veo en la historia… Yo diría que Aguascalientes tenemos que volverlo a reinventar, en este momento tenemos muchos Aguascalientes y están chocando, necesitamos encontrar algunos puntos en común, lugares donde podamos decir también es mi Aguascalientes.

¿Qué buscas como hombre, como poeta?
Cuando voy en busca del poema, busco que haya enfrente de mí, en la página o en la pantalla, algo que me diga quién soy y al mismo tiempo se despida de eso que soy. La búsqueda del poema para mí es cómo se dice, cómo puedo decir lo que soy en este momento y una vez dicho, que es externado, buscar a alguien que pueda leerlo y que le represente algo. Y si quiere hacer una referencia, que diga como dice el poema, no como dice Rubén Chávez.

¿Un  poema para ti es como morir y renacer?
Sí, y aunque suena muy duro, la gente se asusta cuando le dices que es necesario morirse cada cierto tiempo. Es necesario dar brotes, es obligado dar fruto y ese dar fruto es necesariamente desprenderte de ser para ser otra cosa.

¿Tus poemas y tus libros son tus frutos?
Como persona, como hombre, como ser humano, espero hacer de cada día algo que me ayude a mí mismo y que auxilie a alguien más, pero creo que lo único que quizás pueda quedar, después de haber estado en el mundo, van a ser los poemas. Como decía Netzahualcóyotl, al menos flores, al menos cantos. Lo demás, uno agradece haber coincidido con los amigos, considero una bendición haber disfrutado de una familia, incluso el haber disfrutado a otros amigos, como los gatos, ¿verdad?, que siempre son una buena compañía, como los perritos. Lo que aspiro hacer es como dar un regalo, sin que se sepa quién dio el regalo, los poemas.


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