Alfonso Pérez Romo, el evangelizador de la cultura


Por Jorge Luis Heredia

Hay un nuevo libro en la ciudad. Casi nadie lo sabe, y quizás ni lo sabrá, porque su tiraje es de apenas 500 ejemplares y aunque durante la presentación el auditorio de la Universidad Autónoma de Aguascalientes está repleto, la mayoría de la gente se encuentra en los centros comerciales luchando por encontrar ofertas. Sí, hay un nuevo libro en la ciudad y aunque muy pocos se enteren, se trata de un libro de sabiduría de uno de los hombres más lúcidos y capaces de hacer por Aguascalientes, así que, aunque pocos se enteren del libro, digamos que en su interior están todos los aquicalidenses, todos los hidrocálidos.

La más reciente obra de Alfonso Pérez Romo.

Alfonso Pérez Romo cumple apenas 94 años. Sí, está hecho de buena madera o, mejor, está hecho de acciones y profundos pensamientos.  No, no pertenece a algún club de la tercera edad, de esos que se reúnen cada mes a rememorar el pasado, a predicar que en sus tiempos era mejor, no, de ninguna manera, Alfonso Pérez Romo está vigente, igual que hace más de medio siglo, cuando fue invitado por primera vez a dar clases de historia del arte en el Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología, el germen de nuestra máxima casa de estudios.

Alfonso Pérez Romo sí tiene algo que decir a las nuevas generaciones, porque lo que se dice al espíritu es para siempre. Pérez Romo es como un evangelizador de la cultura, preocupado por la crisis de la sociedad y sabedor, como médico, de que el alivio es la cultura, quizás por eso trata incansablemente de acercar a nuevos adeptos a la catedral de la cultura, donde «siempre hay significados nuevos», dice en la introducción de su obra.

Pero nada, nada de asustarse del lenguaje que utiliza, porque, dice, «escribí en Román Paladino, en la forma que puedes hablar con tu vecino». Sí, aunque la presentación estuvo en manos de doctos de la cultura de Aguascalientes, él eligió, como lenguaje evangelizador el Román Paladino para hablar de cuatro temas que han marcado su vida: el proceso creativo como algo diferente de la obra resultante; la idea de que ciencias y arte no pueden separarse, de hecho «el arte sin la ciencia no es nada»; que una cosa es la forma y otra es la belleza y, finalmente, que el sistema sensorial humano es educable.

Sí, aunque parece obvio no lo es y por eso el incansable evangelizador no pierde la esperanza de educar al ser humano en la cultura. Sí, dije ser humano, eso aplica a todos los habitantes de nuestra nave planetaria, como diría Edgar Morin, no solo a los aquicalidenses. El libro Miradas y Reflexiones está dirigido, dice, a los estudiantes que empiezan a meterse en el arte y a quienes son ávidos de aprender, no a los doctos, a ellos, explica «yo no les puedo enseñar nada». Aun así, tiene a sus presentadores atentos y hablando del libro, al poeta Eudoro Fonseca Yerena, al notario y ex ombudsman Eduardo Martín Jáuregui y a los jóvenes y ya reconocidos escritores Jorge Terrones y Adán Brand.

Así que después de la presentación del libro, me quedo al menos con tres cosas: con el lenguaje sencillo y vivo de Alfonso Pérez Romo; con la idea de Terrones de que Miradas y reflexiones es ni más ni menos que una «crítica de arte» y, finalmente, con esa hermosa metáfora presentada por Adán Brand sobre Marta y María cuando reciben a Jesús. Marta se dedica a los quehaceres de la casa, mientras que María escucha la palabra de Jesús. Marta se queja con Jesús:
--¿No te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
-- Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas, responde Jesús. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
Hoy, pues, elijo ser oyente del evangelizador de la cultura, Alfonso Pérez Romo.

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