Un cortometraje para el mundo


Marinero que se fue a la mar de Armando Andrade Zamarripa


Por Jorge Luis Heredia

Nadie ha dicho que sea fácil crear y mucho menos que sea fácil crear obras y crear obras de arte, bueno. Fácil criticar, pero crear algo y someterlo al ácido de la vida real tiene su chiste… El cineasta Armando Andrade Zamarripa lo hizo, eso sí, nueve años después de darle vueltas y vueltas a una idea que finalmente la noche de ayer cobró forma, se convirtió en un cortometraje que, a decir de los asistentes, nadie esperaba, cuando menos no así, con pies y cabeza, pero sobre todo con una historia profunda y conmovedora que, como dice la escritora Carmen Ávila, “por qué no se me ocurrió a mí”.

Armando Andrade Zamarripa durante la presentación de su cortometraje Marinero que se fue a la mar, en el Museo Espacio. (Foto: Cortesía de Armando Andrade Zamarripa).

La idea nació en un diciembre tras la muerte de su abuela y con incremento en la violencia rasposa de Aguascalientes. Armando Andrade en el hoyo, eso dice él, y para salir empezó a crear un guion, una idea que de a lento cobró forma. Ires y venires. Entiendo que en el fondo pueda ser hasta obligación ética y hasta moral, porque Armando es profesor de cine en la Universidad Autónoma de Aguascalientes y qué maestro representa un reto para sus alumnos si se consume en la teoría. No es el caso. Anoche nació el cortometraje con su firma.

Se llama Marinero que se fue a la mar, y allí, en el Museo Espacio, un Armando Andrade con los nervios crispados para presentar al recién nacido a sus amigos, a su familia, con la idea de que y qué tal si no les gusta, pero qué cosa, los invitados a la premier de la premier de la premier, se quedaron con hambre y eso no ocurre seguido. “Cuándo la segunda parte, cuándo amplías la historia, cuando haces el largometraje” y Armando de pie y al frente con su micrófono, firme y sereno aprieta el cuerpo y agradece.

Está en una etapa creativa y hay que aprovechar. Respira más del oxígeno que hay en el Museo Espacio, está crecido, de pecho henchido. Lo acompañan sus alumnos y profesores de la Universidad Autónoma, están sus compañeros de viaje, socios, actores, fotógrafos… Es una historia que ya quisieran contar los guionistas jóvenes o veteranos de nuestro país, que no dejan de retratar en el cine a juniors y a los hijos de los juniors.

Todo lo contrario, Armando Andrade encuentra su pretexto en dos ancianos que viven en un asilo y liga su historia a la violencia profunda de México, y que se refleja de manera particular en el secuestro virtual. Sí, he dicho ancianos con toda alevosía y ventaja, pero Andrade Zamarripa nos muestra a dos personas vivas, con deseos, sueños, ganas de vivir y sobre todo creativos, tanto, que al personaje central se le ocurre obtener dinero con algo que físicamente puede hacer sin lugar a dudas, hablar por teléfono, sí, secuestrar virtualmente.

El proyecto fue apoyado por el Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA) y una serie de instituciones más, pero no alcanza. El cortometraje todavía tiene un largo camino por recorrer, va a posproducción y a nuevos formatos para poder participar en festivales. El apoyo obtenido hasta hoy, aunque suficiente para esta primera etapa, insuficiente para competir en el mercado mundial de los cortometrajes, insuficiente para que podamos verlo pronto en Cinepolis, un apoyo insuficiente para que Aguascalientes pinte en el mundo del cine, el talento allí está.

findesemana.ags@gmail.com

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