Aguascalientes entepolizada


V Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano (ENTEPOLA)

Por Jorge Luis Heredia

Camino acompañado rumbo al Teatro Morelos. A las 19:00 horas inicia la obra de teatro El hombre que subió al colectivo. Vamos aprisa, cierto, pero los acordes de un arpa nos detienen, nos cambian el ritmo. Justo en el centro de la ciudad, una estudiante de música con su arpa. Quizás tenga algún proyecto en puerta o solamente el pago de algún libro, no lo sé ni quiero indagar más. El universo parece ser claro, “coopelas o cuelo”, y necesito el cuello... El teatro nos espera.

Manú Maciel Vilema y Christopher Flores de Teatro Anónimo de Cuernavaca, Morelos. Dejaron mudo al auditorio de Aguascalientes. (Foto: Leandro Batz, cortesía de Teatro Anónimo)

Hay fila. La gente paciente. Conversa. Veo amigos, allí está Nacho Trejo, infaltable a los festivales de teatro. Descubro actores y actrices más allá. La desaceleración continúa. Respiro profundamente y me imagino una ciudad así, justamente, bajando el acelere y disfrutando sus teatros, sus calles y a los universitarios adueñándose del centro con sus arpas… Y violoncellos y violines…

Hay tiempo. Alejandro Zúñiga, el organizador en el municipio del V Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano, con mirada de águila. Platica, observa, le informan. “Pasan otros cinco”, dice una joven edecán y entramos al Morelos. -Estos están reservados para nuestras autoridades. -¿Y esos? -Están libres, dice.

Es raro, inician los resoplidos que suenan a “shit”. No sé, el teatro debería callar a la gente, no la gente a la gente. Pero abundan los “shit”. Lleno completo. Acaba de terminar el Encuentro Estatal de Teatro con llenos completos y ahora ENTEPOLA es gratis y a lo gratis no se le ve colmillo. Aun así, gratuito y todo, algunos eventos culturales se quedan a medias y a veces a medias es decir mucho. Eso también es Aguascalientes.

La obra, que es una coproducción de La Rosa Teatro de Argentina, pronto captura a los asistentes con David Musa y Rubí Figueroa en acción. Como actor de apoyo, invitado o algo así, está el aquicalidense Roberto Belmont que se come al público. Lo hipnotiza. Ya no hay “shits”, el teatro se impone. Se trata de una comedia. Un escritor de aforismos y una escritora de libros de autoayuda que deciden escribir una novela sobre el mismo personaje para coronarse de fama, pero al paso del tiempo y ante las circunstancias, se van volviendo sinceros, honestos consigo mismos y sus palabras se vuelven lentamente auténticas.

Ni modo. Vienen los discursos. Alejandro Zúñiga, bien acompañado por la alcaldesa de Aguascalientes Tere Jiménez, habla de la crítica del teatro al poder y qué curioso, la alcaldesa pa´ delante. No sé si en todas partes ocurra, pero ella firme y serena, abierta al teatro, abierta al teatro crítico.

La ciudad del arpa en pleno centro, de las filas de espera conversadas… y una sorpresa más, la invitación al café Coyoacán, allí frente a la casa de la cultura, para participar de una obra de teatro llamada Sí… Mi comandante. Las actuaciones de Manú Maciel Vilema y Christopher Flores aprietan el alma, por todo, por el tema desgarrador de la violencia del poder, por la capacidad histriónica de los actores del estado de Morelos que nos dejan mudos. Así, de plano.

Es lunes y la ciudad se mueve. No, Aguascalientes no es la ciudad del no pasa nada. Sí pasa y a muchos se les pasa lo que pasa. Otros generan que pase y otros ni por enterados. Así son las cosas. Es tarde y la luna, tremendamente redonda, hace una parada en Aguascalientes, un Aguascalientes que hoy se entepoliza.

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