Yo soy mi propio objeto de creación: Norma Pezadilla


Expuso en Earth + Gallery de Tokio, Japón

  • En mi proceso creativo van surgiendo los temas conforme circunstancias o cuando las experiencias se juntan con otra cosa que ya me da como la pauta de hacer algo
  • Con mi arte yo me he topado con esa pared por ser mujer. He tenido exposiciones más grandes en Tokio que en México y eso sí lo entiendo, pero creo que es una mentalidad que sólo puede cambiar con educación.


Por Jorge Luis Heredia

Norma egresó de las Universidad de las Artes en 2012 y seis años después navega en las prolíficas, pero no pacíficas aguas orientales. Dejó su Aguascalientes, se echó al hombro su carrera en Artes Visuales y se fue a Japón. Su nombre artístico es Norma Pezadilla, así, justo como fue bautizada por su hijo cuando el niño apenas tenía cinco años. Norma le pedía que dijera su nombre completo, Norma Luz Delgado Padilla, y él reproducía Norma Pezadilla. El bautizo de su hijo se le quedó en el alma: Norma Pezadilla.



Detalle del tríptico que la artista Norma Pesadilla  exhibe en Earth + Gallery de Tokio. (Foto: Noru Yamamura. Cortesía de Norma Pezadilla).

Navegar para norma no es una metáfora. Gran parte de la vida de esta artista hidrocálida ha sido realmente algo así como una pesadilla. La vida no siempre la ha llevado por los mejores caminos. Una de esas pesadillas ha sido la separación del padre de su hijo y toda esa energía la convirtió en vómito, en un vómito compuesto por una mezcla de arte y vida. Una vida que va formando paso a paso de manera consciente, con serenidad, pero con una voluntad férrea. Después del vómito, parece descansar su alma, solo un poco antes de que una nueva pesadilla invada una nueva etapa de vida.

Veo su foto en facebook y es impresionante esta artista, que ahora se desempeña en un hostal de Japón y que realiza también actividades como modelo de desnudo. Esa foto histórica lleva niveles de sobrepeso notables. Trato de adivinar qué pasaba por su mente. No lo sé. Pero sí sé que su voluntad la llevó a entender que eso que era no era lo que quería y empezó por tomarse una fotografía diaria para tratar de entenderse a ella misma y un día descubrió que se había abandonado… Pero no más. Lo vomitó, vomitó todo lo que le hacía daño a través de su obra artística para reinventar su vida.

Es como si estuviera creando su propio libro de vida. Vive cada etapa. No sé si la disfrute, pero trata de entenderla hasta que está preparada y lista y a través de la carrera de arte que eligió y en una intensa y brava convulsión individual, logra vomitar arte de su propia situación de vida.

Norma Pezadilla lleva a cuestas una historia hecha de vida y de profunda transformación, Norma Pezadilla es, hoy por hoy, una nueva voz del arte de Aguascalientes y mucho me temo que es también una voz del nuevo imaginario colectivo de la Ciudad. Hoy Norma Pezadilla levanta su mano en Japón y habla por su Aguascalientes que no olvida y al que tarde o temprano piensa regresar a compartir su obra y su visión del mundo a través del arte.

Mi propio objeto de creación, Norma Pezadilla. (Foto: Cortesía de Norma Pezadilla)

¿Tienes muchas pesadillas?
No, no tengo muchas pesadillas, aunque he ido asociando mi nombre con mi trabajo.  Mi materia prima para mi trabajo o para lo que haga son mis experiencias de vida, positivas o negativas. Al final todo tiene como una conexión interesante.

Veo como rebeldía en tu arte, libertad, eso sí, y por eso pregunto, ¿esta corriente conservadora mundial que está en contra del arte que muestra el cuerpo humano le pega a tu arte?
Cuando estaba en Aguascalientes sí… Aquí la gente lo ha acogido en muchos sentidos. Allá en Aguascalientes, trabajé con un grupo que se llama Cartografías el deseo. Elaboraba proyectos que hablan de la mujer y dentro de este grupo se maneja mucho el desnudo. También trabajé con otro grupo que se llama La sociedad perversa manifiesta y tienen como cuestiones de fetichismo. Obviamente en este lado también hay una sexualización, pero también hay mucho respeto.

¿Te asumes como feminista?
No, yo me asumo como humanista. Yo creo que el feminismo es lo mismo que el machismo. Yo me siento en medio. No me gusta decir las mujeres esto y los hombres esto, los dos cometemos los mismos errores.

Pero hay una cuestión de poder que es inevitable. Vivimos en una relación de poder en la que la mujer gana menos, donde los diputados de un congreso son por ejemplo hombres en su mayoría. ¿Qué dices al respecto?
Es algo que muchas veces con mi arte yo me he topado con esa pared por ser mujer, o por no haber usado mi cuerpo para conseguir esos estímulos. He tenido exposiciones más grandes en Tokio que en México y eso sí lo entiendo, pero creo que es una mentalidad que sólo puede cambiar con educación. El peor enemigo de las mujeres, son las mujeres. Y sí le gusta andar con uno y con otro, ¿a ti te afecta en tu vida? ¿Por qué tienes que criticar eso? Y yo a mi hijo le enseñó a que no sea así, que respete las mujeres pero también respete a los hombres. Aquí hay casos de niñas que por ser mujeres tienen que servir a sus hermanos…

Igual que en México Norma…
Sí, claro. Aquí un amigo que se queda en su casa y hace el trabajo que hacía su pareja y me dice que siente una recompensa muy grande poder brindarle a su pareja ese confort que ella le brindaba cuando él llegaba a su casa, la casa limpia, la comida hecha, la cama tendida… Y ahora que están volteado los papeles, él dice que siente muy padre de decirle su pareja “mira, ya hice la comida”.

¿Y cómo se llega a ese nivel de conciencia, Norma?
… No sé… Yo creo que es la educación que me dieron a mí en mi casa. Mi papá me decían “ven te voy a enseñar a arreglar el lava trastes, vamos a cambiarle el aceite el coche, no quiero que tú, cuando estés sola, no puedas llegar a hacer nada”. Por otro lado, en mi familia siempre ha habido respeto a todos y si te faltan al respeto sí hay que hacer algo. Y lo he aprendido de mi propia experiencia.

Norma Pesadilla en Earth + Gallery de Tokio. (Foto: Cortesía de Norma Pezadilla)

¿Por qué estás en Japón, qué estás haciendo allá?
Bueno…, antes de venir a Japón yo estaba dando clases en la Universidad de las Artes, pero las circunstancias fue que mi hijo decidió irse a vivir con su papá y yo siempre quise venir a Japón, me gusta mucho su cultura, el manga, la animación japonesa, yo desde chiquita dije quiero ir allá, pero luego cuando estoy en la universidad y me especialicé en grabado, siempre quise venir a Japón a aprender el grabado en madera, entonces yo venía con la convicción de aprenderlo para empezar a usarlo también en mi trabajo, y por alguna circunstancia termine trabajando como voluntaria en el hostal y cómo trabajaba mucho me ofrecieron que trabajar con ellos, acepté, era una oportunidad que valía la pena, para poder estar aquí y poder aprender bien el grabado.

¿Y cuál es tu horizonte allá en Japón?
La verdad es que cuando llegué tenía como una idea de lo que quería hacer. Te comento que hace un año vino a visitarme y mis expectativas eran muy distintas. Ahorita es aprender esto que quiero aprender. Probablemente vivir aquí unos dos o tres años más, trabajar, ahorrar, conocer gente del ámbito artístico y tener algunas exposiciones más.

¿Es aceptado tu arte en Japón, se vende tu arte allá?
Mira, esta es la segunda exhibición que tengo acá. Aparte de pintar y hacer grabado, yo también hago modelaje para fotógrafos, pero modelaje de desnudo y aparte hay un grupo, con el que trabajamos con mi pareja, que es modelaje para dibujantes, y la primera exposición fue con este grupo porque saben que hago arte y en ese entonces sólo tenía algunos grabados chiquitos que pude traerme…Como que no esperan el trasfondo de lo que hago. Siempre te preguntan cuál es el significado de lo que hiciste. En México era más como “ah, mira, está chido”, como que no se atrevían a ver que más había detrás. Aquí hay como mucho facilismo. Tengo amigos que me invitan a hacer exposiciones, pero hay que pagar y yo, pues no me alcanza. Pagar una renta de una galería de 30 mil pesos…, y bueno, estas dos me dicen “me gusta mucho lo que haces y vamos a ponerla juntos”, ahorita no tengo la solvencia económica para decir sí, pero el simple hecho de estar acá y que me tomen en cuenta para sus proyectos, está bien… Como extranjero todo es difícil en Japón. Digo, hace cien años que Japón deja que los extranjeros entren a su país. Es un país que tiene una cultura maravillosa, pero no tiene la multiculturalidad que tenemos en México. Alguien que no sea igual, les cuesta mucho trabajo. Les interesa mucho, pero al mismo tiempo les asusta.

¿Qué es eso del facilismo?
Bueno, yo cuando hago obra entrego mi alma en cada una. Hay gente que se ha matado por crear nuevas técnicas y pues creo que hay mucho facilismo cuando de pronto hacen arte con una mancha aquí, una mancha allá…

¿No será como una crisis del arte?
Me parece hasta una crisis de las personas. Tienes la crisis del arte, pero también la crisis del humano, de la sociedad. Tienes a estos chicos que tienen acceso a todo, no tienen todo el dinero, pero tienen acceso a todo el mundo en su computadora. Yo veo a mi hijo y me habla de cosas que yo ni siquiera me imaginaba cuando tenía trece años.

¿Te asumes como artista, Norma?
…Déjame lo pienso. Me asumo más como creadora.

¿Y cuál es la diferencia?
Creo que tiene que ver con el rollo de lo que la gente ha puesto sobre el concepto artista. Pero se han olvidado de lo que hace el artista para ser artista. Crear, pensar, trabajar. Siento que se ha diluido el significado de la palabra artista. Al principio decía, sí es que hago arte y me decían “sí, órale, como veinte mil millones de personas lo hacen” y una vez que ven mi trabajo dicen “ay, guey, no, pérate”. No es que agarraste un día un pincel y te pusiste a pintar, o sea, hay un algo allí, no estás al vapor.

Asumiéndote como creadora, dime, ¿cuál es tu intención creadora?
Para mí es catarsis. Siempre uso la catarsis como una intención, es más bien como una vomitada.

¿Qué vomitas? ¿Tu historia de vida, la historia de la sociedad?
En principio lo que estaba haciendo en México, era como mi historia de vida, pero ahora que estoy acá, yo sigo siendo mi propio objeto de creación, me pinto a mí, me dibujo a mí, me uso, me convierto en un objeto sobre el que plasmo las cosas. Creo que no me escuchaste cuando se interrumpió la comunicación, te decía que la sociedad aquí es la sociedad del silencio, no hay confrontación. Si un día te subes al tren, empiezas a hablar así, entre susurros, en silencio, cuando salgo de trabajar a las siete de la noche, llega un momento que voy por la calle con mi pareja y vamos hablando así, por el silencio que hay en esta sociedad. Entonces esta sociedad me ha estado llevando como a la necesidad de hablar de la sociedad desde mi punto de vista de mi sociedad mexicana. Allá vas caminando a las diez de la noche y los chamacos están jugando, gritando y la señora con la telenovela a todo lo que da, aquí no, estás en la estación y pasas a la parte donde hay casas y es un cementerio… Trabajo en mis circunstancias, en lo que veo, en lo que siento ¿qué le pasa a Norma en la sociedad?

Norma Pesadilla llevando su arte a Japón. (Foto: Noru Yamamura. Cortesía de Norma Pezadilla).

¿Cuál es tu visión de artista, que buscas, qué deseas?
…Es algo bien contradictorio, porque yo me vine acá para aprender grabado japonés. Daba cases en la Universidad de las Artes y me encantaba ser maestra y tenía mucho tiempo para crear. Mi ideal sería vivir de dar clases, tener un taller y hacer lo que quiera. Si se vende bueno y si no, lo mando a exponer. Yo no sueño con la idea de ser como Damien Hirst, yo no quiero ser así. Quiero serme fiel a mí misma.

A lo mejor en Japón no te sea tan sencillo ese sueño…
No, trabajo a veces hasta sesenta horas a la semana. Cuando llego a mi casa, lo que quiero es cama. Yo creo que desperdicié mi tiempo cuando vivía en Aguascalientes. No me iba muy bien económicamente, pero tenía mucho tiempo para hacer cosas.

A lo mejor no lo sabías.
Sí, sí, y me doy de topes en la pared ahora que me doy cuenta. En unos dos o tres años cuando regrese a México, lo primero que voy a hacer es aprovechar mi tiempo para hacer cosas. Japón es un país de primer mundo, pero la vida es muy cara, porque no tienen los recursos que tiene la parte continental. Ahora entiendo la mentalidad de la gente que vive en las islas, es muy diferente a la gente que vive en la parte continental. Los materiales aquí son carísimos, pagar por un taller es carísimo y allá podía tenerlo todo.

¿Por qué sigues en Japón?
Porque quiero estudiar el grabado japonés, es mi meta, es mi objetivo.

¿A qué hora tienes tiempo de aprender?
Ese es el problema. A veces no puedo ir, voy a cuentagotas. Yo trabajo en una empresa que no es normal, es una empresa chiquita, los dueños se enfocan a tener personal extranjero, porque es un hostal para extranjeros y el año pasado por crisis de personal me dediqué a cubrir y a cubrir y ahora ya trabajo 40 horas. Y tengo que seguir trabajando, porque si no, me quitan mi visa de trabajo.

¿Digamos que por ahora te estás alimentando de temas?
Sí, me estoy alimentando. Es muy interesante trabajar en el hostal por la gente que conoces, de todos los continentes.

¿Tendrás alguna exposición individual pronto?
Espero que sí. Tengo una amiga que se interesó por exponer mi trabajo, se llevó fotografías mías con mi obra... La verdad el proceso ha sido lento para mí el mostrar mi trabajo acá. Lo que más me ha ayudado a conectarme con gente, y que a mi mamá no le gusta mucho, es el modelaje de desnudos, lo que me ha permitido conocer fotógrafos y artistas.

Déjame tratar de redondear esta plática y en especial la idea del vómito. ¿Qué vomitas?
…Vomito el dolor, mis miedos, lo que no me gusta de mí misma. En las fotos que te envié aparece una obra que se llama Duna, y las dunas del desierto siempre se mueven, cambian de forma… Yo me separé del papá de mi hijo en 2012 y fue muy difícil para mí salir adelante, mi autoestima estaba muy dañada, yo no me sentía bien conmigo. Yo ni siquiera me atrevía a pensar en la fotografía del desnudo, ni loca. Entonces, como a los tres o cuatro meses mi psicólogo me sugirió que me tomara una foto diaria cuando me sintiera muy bien, un día dije hoy me siento muy bien y me tomé una foto y desde ese día me tomé una foto todos los días por un año. Estuve tomando una foto todos los días a la misma hora, estuviera pintada, arreglada o no. Junté las fotos y tenía las fotos ahí guardadas. Me invitaron a una exposición que estaba relacionada con el desierto, en Morelia, entonces me pidieron que hiciera una pieza que tuviera que ver con el desierto, y decía qué voy a hacer, tenía ahí mis fotos y yo quería hacer algo con ellas y me puse a pensar en el desierto y me acordé de las dunas, que siempre están ahí, pero que todos los días cambian. De esas 365 fotos de un año elegí cien y elaboré la pintura. Entonces, es como mi proceso. Van surgiendo conforme circunstancias o cuando las experiencias se juntan con otra cosa que ya me da como la pauta de hacer algo.

¿Qué nos vas a traer de Japón?
El silencio… El silencio, ahorita es algo que traigo aquí, el silencio en Japón es verdaderamente impresionante.

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