Con mi obra le aporto placer a la sociedad: Jesús Palacios
Expone Emociones en el Museo
de Arte Contemporáneo
- Vivir del arte no es fácil. Yo afortunadamente a estas alturas tengo la fortuna de vender algo. Hay veces que la gente lo quiere y hasta con grandes sacrificios, pero yo me pongo en su lugar, no se preocupen, ¿le gusta? me lo paga después
- Es triste que hay mucha gente que vive del artista. Por ejemplo en el Instituto Cultural de Aguascalientes hay quienes tienen unos sueldazos en lo administrativo, comparados con lo que gana el maestro, que de alguna manera el maestro es el que aporta algo la sociedad
Por Jorge Luis Heredia
El destino, como implacable perro
de presa, se apoderó de la vida de Jesús Palacios. Al terminar la primaria dejaría sus estudios porque sus padres no tenían dinero, pero el destino
entró en juego. Primero su abuela Altagracia Reyna lo premió con unas
vacaciones en la Ciudad de México. Segundo, sus tíos lo retaron allá. «Si
convences a tu primo Jorge Guerrero de que estudie, le dijeron, nosotros te
pagamos la escuela». Y lo logró. Tercero: Un compañero de la secundaria, por
puro y simple capricho del destino, lo llevó con una maestra de piano y pintura
y Jesús se enamoró del arte. Cuarto: un profesor de pintura esperanzado lo
envió a La Esmeralda y sin realmente quererlo, Jesús fue, hizo el examen y se
quedó. De esa manera sus sueños de ser arquitecto empezaron su muerte lenta. El
destino había ganado, Jesús Palacios se hizo pintor.
Jesús Palacios. Expone Emociones en el Museo de Arte Contemporáneo de Aguascalientes. Foto: Fin de Semana. |
Es en un pintor de corazón y pasión que sabe que su obra ciertamente le da para comer y por eso y por una extraña misión que busca cumplir todos los días, se dedica en cuerpo y alma a pintar. A pesar de que en Aguascalientes el mercado del arte es emergente, ha logrado posicionarse. Los médicos se han convertido en sus principales clientes. No sé, percibo que su obra, que son cuadros pintados de emociones, tienen cierta cercanía con los médicos, que son altamente sensibles al arte, quizás porque conocen la miseria y la grandeza humana de primera mano.
Hoy Jesús vive para pintar y
pinta para vivir. Su obra Emociones
se encuentra en el Museo de Arte Contemporáneo 8, del centro de la Ciudad.
Pretendo conversar con él, pero la cantidad de amigos, familiares y admiradores
de su obra que quieren felicitarlo y tomarse una fotografía con él, me obligan
a buscar una cita. Y claro que sí. Acepta la entrevista para Fin
de Semana, la voz cultural de Aguascalientes. Me recibe en una casa del
poniente de la ciudad que es como su propia galería. Está repleta de pinturas
de grandes dimensiones. Aunque hace frío, hay calidez, la suficiente para
escucharlo.
Cuando
te fuiste a México, de niño, ¿sentías ya la necesidad de prepararte?
Siempre tuve la impresión
que tenía una misión, porque yo veía que muchos solamente se dedicaban a
trabajar y ya, pero yo sentía desde chico que traía algo qué ofrecer al ser
humano. Mi pretensión era estudiar arquitectura, me fascinaba la construcción, jugar
con la armonía, me atraía mucho. No sé si el destino tenga que ver, porque yo
estando en la Ciudad de México, vivía cerquita del bosque de Chapultepec, en la
colonia Condesa, y me acerqué a la Casa de Lago, daban clases al aire libre de
dibujo y pintura, grabado, teatro y un día me animé a inscribirme y después de
un tiempecito el maestro dice, «¿sabes qué?, tú debes de irte a la esmeralda».
Le digo, ¿y eso que es? «Es una
escuela de pintura, pero ya a nivel profesional. Yo siento que tienes capacidad
para que te desarrolles allí, ¿qué estás estudiando?» Le comenté que estaba
estudiando la vocacional y que quería estudiar la carrera de arquitectura, y su
comentario fue, «mira, la arquitectura es muy bonita, y no sé por qué, pero
creo que te deberías estudiar pintura». Como siempre me ha gustado ser
agradecido, pues me fui allá, por atención, dije a lo mejor ya no me quiere
aquí. Fui, hice el examen y lo pasé. ¿Y ahora qué hago, le sigo o qué? Me di
cuenta que la arquitectura era pesadita, para entonces yo ya me había casado…
Jesús Palacios. El pintor en su propia galería. Foto: Fin de Semana. |
¿Qué edad tenías?
Como unos 20 años y, pues se
me hacía pesado y costoso. Tenía que trabajar y estudiar. Además tenía que ir a
las bibliotecas, entonces todavía se iba a la biblioteca y teníamos que
organizarnos muy bien los tiempos… Me quedé. Curiosamente me tocó ver la obra
de los que iban de salida y dije, ¿esto es lo que voy a terminar haciendo? Y me
hizo dudar, pero ya sobre la marcha, haciendo los ejercicios y trabajando con
la modelo, pues me atrapó, y dije voy a seguir, a ver qué. Y sobre la marcha le
fui encontrando el gusto y empecé a visitar museos con intención de aprender. Le
dije a mi maestro pues es que no sé qué
pintar, fuera del paisaje pues no, me dijo, «no te preocupes, tú métete a
estudiar los grandes maestros y ponte a trabajar, y eso déjalo al tiempo».
¿Jesús,
quien te sembró esa idea o como nació, de que tenías una misión?
No, eso era como un
sentimiento, un presentimiento…
¿Por
alguna lectura?
Pues no sé, a mí en la
primaria me gustaba la historia. Vi de alguna manera que había muchas cosas. Vi
por ejemplo la pintura desde la cultura prehispánica, sobre todo la pintura, me
llamaba la atención porque había gente que creaba y yo decía, pues hay gente
que aporta, no solamente trabaja para comer e irla pasando. Yo decía, no me
quiero conformar con esto. Me llamaba la atención crear, aportar. Aunque yo no
lo veía muy claro, eso era lo que me llamaba la atención. En el fondo yo decía,
en esta vida hay que dejar huella, de
alguna manera. Yo no sabía, era como un sentimiento de decir tengo una
misión y hay que dejar huella en esta vida.
¿Vivías
cerca de algún maestro, algún sacerdote, alguien que te ayudara a ver la vida de
manera más profunda?
Bueno, en la secundaria un
compañero me llevó con una señora que daba clases, ya de edad. Como persona
irradiaba algo, a mí me imponía, a pesar de ser una persona muy mayor. Daba
clases de piano y de pintura y allí empiezo a pintar. La música también me
llamo la atención. La maestra me preguntó si gustaba la música clásica y le
dije que no, me gusta más la que tocan en la radio, entonces me dijo que me
llevaría a un lugar donde tocan pura música clásica y me dijo que la tenía que
escuchar de cierta manera, y me lo dijo con mucha emoción. Pero como siempre
que alguien se toma la atención conmigo, me gusta responder. Me llevó al audiorama
que estaba en la falda del cerro de Chapultepec, en el bosque, y me provocó esa
emoción. Me dijo, escúchala, cómo un instrumento habla con el otro y
definitivamente no es como la música que escuchas en la radio, me atrapó y me
volví adicto, no sé si el destino tenga algo que ver.
¿Y
qué es el destino?
A lo mejor, que ya tenemos
marcado o definido alguna misión o algún objetivo en la vida. Claro que hay que
trabajar duro y construirlo. Hay mucha gente que tiene dones o habilidades, pero
no los explota y de que valió…
De
niño querías “aportarle algo a la sociedad”, ahora que ya has recorrido un buen
trecho de la vida, ¿qué le aportas a la sociedad?
Yo siento que con mi trabajo
le aporto cierto placer. Lo veo porque me lo manifiestan. De alguna manera no
es algo gran… O tan grandioso, pero pienso que es importante porque yo disfruto
la obra de arte en las distintas manifestaciones, la danza, el teatro, es algo
que le da sentido a la vida. Es ver la vida de otra manera, con un placer que
me lleva a la alegría, a la felicidad. Es que la gente sin música…
¿Tu
obra de arte es como música?
De alguna manera siento que
la música y la pintura son más afines, creo que son muy parecidas. Yo sin
música y sin crear, como que no tendría sentido la vida. Yo siempre para crear
procuro lograr un estado de ánimo placentero y entonces me pongo a trabajar. Y
cuando termino, dijo, lo demás ya no tiene importancia. Incluso me vuelve
inmune a las tentaciones materiales.
Hablando
de tentaciones materiales, estuve recientemente de una subasta de arte en el
hotel Quinta Real y los precios iban de los cien a mil dólares, que es poco
comparado con el gran mercado del arte… Dime, ¿de qué vive un artista aquí en
Aguascalientes con esos precios de arte tan diferentes a los del mercado
mundial?
Vivir del arte no es fácil.
Yo afortunadamente a estas alturas tengo la fortuna de vender algo. Hay veces
que la gente lo quiere y hasta con grandes sacrificios, pero yo me pongo en su
lugar, no se preocupen, ¿le gusta? me lo
paga después, eso es lo de menos. He tenido la fortuna de que la gente se
quede con mi trabajo… Yo lo único que quiero es que no me falte material. Claro
que en el fondo todo mundo desea la fama y el dinero y bueno, creo que como
cualquier profesionista tenemos derecho a eso, a vivir muy decorosamente. Yo sí
estoy pensando que un día se me dé la oportunidad…
Jesús,
¿el precio de los cuadros define a un artista?
No, no creo. Por supuesto
que no. Ni la fama tampoco. Yo conozco obra maravillosa anónima… Porque además
hay otra cosa, que fuera real, porque yo puedo ponerle que vale cien mil pesos
una obra que doy en cinco, pero la diferencia está en que lo venda.
¿No
es eso el arte? Si no, ¿cómo pensamos que alguien pague cien o doscientos millones
de dólares por una obra?
Pero pues eso será gente que
pueda darse ese lujo por vanidad y porque entra al juego del negocio. Yo me
imagino que esa gente lo ve como inversión.
¿Puede
ser entonces que alguien vea tu obra como negocio y no le encuentre el lado
artístico?
En este momento yo me siento
muy satisfecho del trabajo que adquiere la gente, porque sé que ahorita se
interesan por un trabajo y no por la firma. Eso me da mucha satisfacción. A la
larga sí me gustaría que el trabajo se cotizara.
Para
darle una nueva categoría de valor económico, ¿tendrías que recurrir a la
mercadotecnia?
Claro que influye un poquito
en el currículum, si uno va haciendo un currículum, que tenga presencia, eso
hace que se vaya cotizando y a veces los críticos también influyen. Si los
críticos que pesan se fijan en el trabajo de uno, pues lo elevan. Hay muchos
ejemplos. De mi generación hay varios compañeros que tuvieron más suerte, que
se fijaron en su obra algunos críticos como Raquel Tibol, Teresa del Conde, en su
momento tuvieron la autoridad para decir que estos pintores son buenos. En mi
generación Estrella Carmona, Sergio Hernández, Gustavo Monroy, ellos de alguna
manera han tenido la suerte de colocarse en cierto nivel, tuvieron la suerte de
tener contacto con Raquel Tibol o Teresa del Conde.
¿Qué
hace que una obra sea extraordinaria? ¿Que la compren cara? ¿Qué Raquel Tibol opine
que es buena? ¿Qué la hace extraordinaria?
Yo creo el hecho de que atrape
al espectador. En una ocasión a una pintora jovencita le preguntaron que para
ella qué era el arte y me gustó su respuesta sencilla, “pues simplemente es
aquello que atrapa al corazón”. Y al final yo creo que el tiempo es el que va a
dar la respuesta, porque cuando un trabajo atrapa y se vuelve atemporal, para
mi es la prueba. La obra de los clásicos seguirá fascinando. Cuando yo voy a
los museos, salgo con un entusiasmo, una retroalimentación, y me siguen
fascinando los clásicos.
¿Quién
en particular?
De los pintores que
influyeron más, está Rembrandt, porque me fascina cómo juega con la luz. Renoir
me gusta mucho. En realidad todos. Trato de no limitarme a mi preferencia, a mi
gusto.
¿Qué
peso tiene la técnica para decir que una obra es buena?
Yo creo que es definitivo,
pero desafortunadamente se le da poca importancia. Para mí a veces la temática
pasa a segundo término, yo creo en un trabajo que está resuelto técnicamente,
con destreza, con conocimiento, con habilidad… Mis respetos, me maravilla
independientemente del tema. Para mí el tema es un pretexto nada más. Las dos
cosas que necesita un buen trabajo son el dominio de la técnica y la
creatividad. Puede ser un uno muy habilidoso y no decir nada. A veces es
creativo y si no se tiene la técnica no se cierra ese círculo. Yo creo que
ahora hay muchos que quieren ser artistas con el arte conceptual, pero para mí
todo eso es un trabajo efímero que no va a pasar por la prueba de ser
atemporal.
¿Crees
que tu obra en el futuro le va a impactar a la gente de Aguascalientes, a la
gente de México, o a la agente del mundo?
Me gustaría que fuera
universal, como el trabajo de la gente que yo admiro. Yo ya lo viví, estuve en
Corea del Sur, donde aceptaron muy bien mi trabajo, donde yo creí que no iba a
llamar mucho la atención. De las cuarenta obras que llevaba me traje cuatro…
¿Cómo
te gustaría que te recordaran en México y en el mundo?
Como un pintor honesto, que
siempre trato ser honesto consigo mismo y con su trabajo y que de alguna manera
dejó huella con su trabajo.
¿Cómo
ves la pintura en Aguascalientes, qué nivel tiene?
Si nos comparamos con lo que
se está haciendo en el país, yo pienso que tiene buen nivel. Lo que pasa es que
el artista no ha tenido el suficiente apoyo para dedicarse de lleno, yo conozco
a varios pintores que tienen que trabajar en algo distinto. Pero hay gente muy
productiva y de muy buen nivel. Conocí recientemente a un acuarelista muy bueno
que malbarata su trabajo para vivir.
¿Y
qué tipo de apoyo se requiere?
Yo no soy dado al
paternalismo gubernamental. Esto de las becas está bien, pero creo que son como
llamaradas, pero sería más ideal que el gobierno, que las autoridades de cultura
adquirieran obra al artista y hacerle una buena difusión.
¿Y
a quién comprarle obra? Hay algunos que tienen muy buena técnica y muy buena
creatividad, pero algunos sólo una de las dos y otros a medias las dos. ¿A
quién comprarle obra?
Creo que eso se intuye en
quién va teniendo más seguridad en su trabajo, que está más estructurado y que
tiene más fuerza y valor propio. Se supone que hay gente que tiene ese
conocimiento. Pero para mí sería todavía más importante la promoción.
¿Algo
que se nos haya escapado en esta plática?
Pues ojalá que las cosas
cambien un poquito más en el sentido del apoyo de las autoridades de cultura,
porque es triste que hay mucha gente que vive del artista. Por ejemplo en el Instituto
Cultural de Aguascalientes hay quienes tienen unos sueldazos en lo
administrativo, digo, comparados con lo que gana el maestro, que de alguna
manera el maestro es el que aporta algo la sociedad. Creo que a veces gana más
la gente de apoyo que un maestro. Se necesita que las autoridades de cultura
tengan una visión o que realmente amen el arte. Desafortunadamente no siempre
están las personas idóneas. A veces están allí por suerte, pero no tienen el
amor o la pasión por el arte. Y a veces, cuando ya están ahí en el
administrativo, como que se les olvidan las carencias que están en el campo de
trabajo.
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