Quisiera no anquilosarme, quisiera no ser el mismo siempre: José Luis Bobadilla

Presentación del libro Sueños de Victoria en la Casa Alameda

  • Lo que va pasando conforme uno va creciendo, es que nos vamos acomodando en zonas donde nos sentimos bien, no queremos movernos, y desde mi punto de vista, me parece que hace la vida más pobre
  • Yo creo que la poesía, la literatura, no tienen una utilidad inmediata, pero sin duda han acompañado al hombre a lo largo de la historia de la humanidad y produce transformaciones muy profundas


Por Jorge Luis Heredia

Sueños de Victoria, de José Luis Bobadilla, es contundente. Es para liberar la mente, de todo. Puede que sea como afirma Armando Andrade Zamarripa, una persona madura, escribiendo como un adolescente, pero queda la duda. Juzgue Usted: Nos gustaba hacerlo de perrito aunque esa vez te sentaste en cuclillas con las nalgas frente a mis ojos. Exacto, un adolescente sueña y llevar a la práctica el de a perrito no es soñar. Aunque al final queda la duda de si Victoria es apenas un sueño, el sueño de la mujer que cualquier hombre sueña tener, pero que Bobadilla sueña y escribe, en una especie de catarsis.


El escritor José Luis Bobadilla lee sus Sueños de victoria. Foto: Fin de Semana.

En la presentación del libro, Sueños de Victoria, en la cava de la Casa Alameda, José Luis Bobadilla escucha los poemas de su libro que leen los presentadores Armando Andrade Zamarripa y Adrián Rodríguez y reacciona, como si alguien lo pinchara con una aguja, pero no hay agujas, hay palabras. Es como si le tocaran los recuerdos, como si ciertas palabras, leídas en público, le dieran comezón, o escalofrío. Y ríe. Bobadilla ríe como el niño al que le acaban de descubrir una travesura que en el fondo lo hace sentirse orgulloso.

O quizás Bobadilla sea como dice Adrián Rodríguez, que pertenece a los escritores que escriben en serio, porque saben que en el hecho de escribir hay un lado oculto que jamás podremos develar. Quizás sea así. Sólo que Bobadilla se esfuerza en sacar ese lado oscuro. “Mójame, oríname”. Primero me asusté, pero luego reconocí que era lo que hacía falta. Tú sabes mejor que nadie lo que nos hace bien. Cada palabra, cierto, parece ocultarse en los sueños para dejarse ver, para dejarse escuchar.


Bobadilla (1974), está en Aguascalientes porque quiere dinamitar el centro y presiento que lo hace con este libro de portada roja intensa, que es una especie de dinamita que no enciende en la Ciudad de México, sino acá en Aguascalientes, con un pequeño grupo de amigos, entre poemas y vino, y presiento también que al explotar hará polvo a algunos conservadores que cohabitan entre la gente buena. Llega al lugar de la explosión el poeta José Luis Justes y le reclama que a qué horas lo va a poder saludar y lo reta a que hable de sus traducciones, pero Bobadilla ríe y se hace el desentendido. Hoy no, hoy le toca a Sueños de Victoria. Fin de Semana le solicita una entrevista para conocer un poco más de este escritor que lucha con cierta desesperación por no anquilosarse y por estar en equilibrio con la vida. Esas son sus palabras.

La primera pregunta que yo quiero hacerte es con relación a lo que decías hace ratito, ¿para qué sirve eso, la literatura?
Yo creo que la poesía, la literatura, no tienen una utilidad inmediata, pero sin duda han acompañado al hombre a lo largo de la historia de la humanidad y produce transformaciones muy profundas, pero como decía el historiador Brudel, en un tiempo de larga duración. Creo que transforma a los seres humanos, nos hace mejores, y nos proporciona herramientas para pensarse, para pensar el mundo, para vivirlo, para no darle todo el prestigio a la razón, sino también a los sentidos, al tacto, al oído, al gusto, y también son formas de aproximación al mundo. Creo que la literatura ayuda a que uno se relacione con el mundo de manera más completa y compleja, porque yo creo que lo que está pasando ahora con los medios de comunicación, la política, todo eso, va complicando los sentidos, entonces uno para resistirse de eso, para no enajenarse con eso, tendría que acercarse al mundo de una manera más directa.

¿Acercarse al mundo de una manera más directa, a través de la literatura?
De la literatura, de abrazar a un árbol, beber un vaso de agua y sentir el agua, y creo que la poesía ayuda a sensibilizarnos respecto de esas otras cosas.

¿Por qué escribes?
Yo creo que en primer lugar porque me gusta. Me sigue pareciendo algo mágico, que lo que está escrito…, que te haga ser de una manera distinta, creo que eso me parece muy mágico, muy misterioso. Desde que empecé a sentir eso, me dieron ganas de también yo hacerlo, de que no se repita la misma historia de siempre, y creo que por eso lo hago.

¿Qué quieres decirle a la gente?
Creo que en primer lugar es para mí. Quisiera no anquilosarme, quisiera no ser el mismo siempre, quisiera ser siempre curioso, y creo que si no escribiera no sería todo esto que estoy diciendo. Lo que va pasando conforme uno va creciendo, es que nos vamos acomodando en zonas donde nos sentimos bien, no queremos movernos, y desde mi punto de vista, me parece que hace la vida más pobre. Me parece que siempre hay que tener la posibilidad de modificar un punto de vista, incluso sobre cosas que de repente creíamos que estaban mal y ahora las podemos ver de otra manera.

Sobre el anquilosamiento que mencionas, ¿quién has sido, quién eres y quien quiere ser?
Bueno, yo fue un niño que crecí, hasta los doce años, en un barrio, digamos de clase baja. Luego cambió la situación, porque la verdad es que mi papá trabajó muchísimo, nos pudo sacar adelante, y pude conocer otras cosas, viajar, entonces son como dos etapas de mi vida. Esa segunda etapa fue una etapa muy bonita donde yo empecé a ver cine, escuchar música, viajar, conocer gente, a decidirme por lo que me interesaba, que al principio era cine, y después descubrí la poesía y la literatura, yo tenía una idea muy burda de lo que era la poesía, esta rosa blanca…, pero de repente lees Altazor de Vicente Huidobro y es un viaje tan maravilloso que dices, no sé qué es eso, pero me parece tan increíble que por qué dejarlo fuera de la experiencia de vivir. Y creo que a la fecha quiero seguir leyendo libros que me interesen y que de algún modo me sacudan. Cuando uno lee muchos libros después de veinte años, te das cuenta que hay repeticiones y repeticiones y repeticiones, y la verdad es que esas cosas son muy fáciles, y no creo que vengamos al mundo a eso, creo que venimos al mundo a preguntarnos cosas, a ser curiosos, a conocer los nombres de los árboles, yo por ejemplo en mis poemas no digo árboles, digo sauces, cipreses, cada árbol tiene una personalidad distinta, se mueven distintos al empuje del viento, y eso va creando sutilezas y quien conoce el nombre de los árboles, tiene una dimensión distinta de lo que yo estoy haciendo, y eso creo que va aumentando las capas de sentido de las cosas que estás escribiendo. Quizás muchos no sepan qué es un ligustro y vayan al diccionario…

En Aguascalientes, ¿hay buena literatura de esa que te transforma, que te gustaría leer?
Yo tengo poco tiempo de estar viniendo a Aguascalientes, creo que hay un grupo de gente muy curiosa, está trabajando en distintos órdenes, historia, cine, literatura también y pienso que es un lugar muy propicio para que aparezcan buenos escritores, buenos poetas. Yo conozco nada más algunos libros de Farfán, conozco algunas cosas que están inéditas de Adrián Gerardo Rodríguez, conozco poco, leí un libro hace mucho tiempo que me gustó o que es Viaje alrededor de una habitación, de finales del siglo diecinueve. Yo lo que siento es que en este momento, 2017, yo que soy chilango, siento que debemos ver las cosas de otra manera. En cada uno de los estados de la república está pasando muchas cosas y que estamos muy ciegos en la ciudad de México, picándonos los ojos los unos a los otros. En el norte se ha creado una relación con las editoriales españolas, se ha creado un mercado de narrativa, que tiene que ver con el narco y no sé qué, y que parecen suprimir muchas de las otras expresiones que hay en México.

Si en Aguascalientes tienes más referencias de Farfán, ¿en México de quién?
Yo creo que la mejor poeta que hay en México en este momento es Gloria Gervitz, vive en San Diego, es judía, ha escrito por más de 40 años un solo poema. Yo siento que México le tienen cierta consideración, pero nadie habla de ella, porque casi nadie la ha leído, la han editado en otros lugares. Gervitz ha escrito un solo poema al que le han agregado partes, y cada una de esas partes se ha publicado en otros países y se ha traducido al inglés, al hebreo, al árabe incluso y no se conocen acá, sobre todo ahora que tenemos internet, me parece una falta de curiosidad de muchos lectores que hay en México. Ella está viva, sigue trabajando y así como ella, hay otros escritores como David Toscana, por ejemplo en Monterrey. Héctor Manjarrez que es un escritor de la ciudad de México, con reconocimiento, que publica en Era, tampoco es muy leído.

Un libro de tapa roja con el que José Luis Bedolla explota en el mundo de los sueños, de sus sueños. Foto: Fin de Semana.

¿Existe una identidad literaria de México en este momento?
Yo creo que eso ya se acabó, por eso la literatura del narco me parece más literatura del siglo diecinueve, que del veinte y veintiuno. Pensar en identidad nacional es una barbaridad, creo que se pueden identificar ciertas formas de hablar, que se incorporan digamos a la narrativa, pero la verdad hablar de nacionalidad, con internet, con todo esto, me parece que es una barbaridad.

Dime José Luis, ¿a dónde vas?
Yo lo que quisiera es… No trabajar, tener tiempo para seguir escribiendo lo que me interesa que es lo único que realmente me gusta, pero sé que eso está fuera del orden del mundo, entonces voy a tener que seguir escribiendo cuando pueda, robarle tiempo a los momentos del día o de la noche, y seguir haciendo lo que me gusta, seguir escribiendo libros y espero no repetirme.

José Luis, ¿por qué tu libro es a la vez novela, cuento y poesía?
Porque creo que es un falso problema pensar ahora en hacer una separación después de lo que pasó en el siglo veinte en la literatura. La academia se pelea mucho, dice que esto es poesía, que si estos cuentos, es un falso problema, qué más da lo que sea, es bueno o no es bueno y por qué es bueno y ya. Sherwood Anderson, escritor norteamericano en los años veintes, publicó un libro que se llama Winesburg Ohio, que son cuentos con un personaje que es un periodista y que se pueden leer cómo cuentos o como una novela completa, pero que tiene una unidad también como novela completa, y la verdad es que por qué las universidades y los académicos siguen discutiendo si lo que escribió Sherwood Anderson eran cuentos o eran novelas o eran poemas, qué más da.

¿Entonces la regla para ti es si el libro es bueno o no?
Claro…

¿Qué es un libro bueno?
Eso también es muy subjetivo… Yo creo que sí se puede hablar objetivamente de literatura, un libro es bueno cuando logra de alguna manera transformarte, cuando te hace cambiar tu punto de vista, eso no es subjetivo. Uno va haciendo lecturas a lo largo de su vida y hay libros que lees y te quedas con nada, yo creo que los libros te van transformando de manera profunda a través del tiempo. Pero para eso sí se necesita hacer muchas lecturas, tú puedes ver que un libro es bueno después de haber leído muchos libros. En una entrevista que le hacen a Picasso le preguntaban, cómo sabe que un cuadro es buen o malo, Picasso simplemente respondió, he visto muchos cuadros, entonces a partir de ese conocimiento con la pintura Picasso sabía si ese cuadro era bueno o malo, y eso parece subjetivo pero no lo es. Ezra Pound, un poeta norteamericano, en un libro muy importante que se llama El ABC de la poesía, le dice al lector si me haces caso y lees a estos autores del mundo griego, del mundo latino, del medioevo, cierta novela romántica, ciertos libros del siglo veinte, en tres años puedes leer todos estos libros, Propercio, Catulo, Stendhal, Joyce, pero sí me haces caso, después vas a tener el criterio suficiente para saber qué leer y qué no leer, vas a tener el criterio suficiente para no andar leyendo libros malos, entonces también hay que confiar en los maestros. Hay gente que ha leído mucho y te pueden ahorrar mucho tiempo.

De acuerdo, te lo planteó de otra manera, dices que esa poeta mexicana que vive en San Diego te impacto, ¿cómo te transformó? Ayúdame a entenderlo, ¿por qué ese es un libro bueno?
Sí, se llama Migraciones. Es un libro que empieza con versos muy largos y que de algún modo son más narrativos y que a lo largo del tiempo se han ido decantando, hasta que una de las últimas secciones del poema termina escribiendo con monosílabos, y tiene sentido, no es Altazor, pero sí me transformó porque yo lo que veo allí, desde el primer momento en que la leí y a lo largo del tiempo que la he ido leyendo, es que si esa una mujer 25 años mayor que yo puede ir modificando su manera de escribir, de hacer las cosas, ¿por qué yo que soy más joven no voy a poder? Es un reto. En el Tao Te King hay una línea que dice las ramas rígidas se rompen, las ramas flexibles permanecen, entonces lo que yo creo que Gloria Gervitz me ha hecho ver es que yo puedo seguir siendo flexible, por más viejo y seco que me vaya volviendo, hay que mantener la flexibilidad, eso es lo que importa, eso es lo que ella me ha dado.

¿Y qué necesitas para lograrlo, talento, disciplina, sensibilidad, conocimiento?
Yo creo que lo menos indispensable es el conocimiento, creo que lo más importante tampoco es el talento. Creo que lo que sí es muy importante es la disciplina, y no tanto de escribir, sino de revisarse a uno mismo todo los días y preguntarse si lo que uno está haciendo en la vida, con su pareja, con sus padres, con sus hermanos, en relación al mundo qué está pensando, creo que eso es lo que realmente hace que las cosas que uno escribe valgan la pena. Yo creo que hay que leer mucho, pero ni siquiera creo que sea eso lo fundamental. La pregunta fundamental es con uno mismo.


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